Chuck Palahniuk y los fantasmas

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 My goal is not to be liked. My goal is to be remembered.

Chuck Palahniuk

Chuck Palahniuk es un novelista peculiar. Empezó a escribir algo tarde, a mediados de la treintena, pero desde entonces ha producido un nuevo libro cada año. Sin duda, su obra más famosa es El club de la lucha, que fue llevada al cine por David Fincher. Los protagonistas de sus novelas son casi siempre personajes alienados por la sociedad, muchas veces misántropos y en ocasiones delirantes o absurdos. Su obra ha sido muchas veces despreciada por la excesiva violencia, el carácter gráfico de sus descripciones o las críticas a la sociedad y al papel marginal que el individuo juega en ella.

Palahniuk también ha escrito historias de fantasmas, por ejemplo Damned y su continuación Doomed. Hace poco le hicieron una entrevista con motivo de la publicación de su última novela, Beautiful You, todavía inédita en español. Después de charlar un poco sobre la promoción del libro y los temas de siempre, el entrevistador le preguntó si alguna vez había vivido algún tipo de experiencia paranormal o inexplicable. Ésta fue su respuesta:[1]

Compré una casa en ruinas en el bosque, un lugar viejo y destartalado. Durante años tenía en la cabeza la idea de reformarla por completo. Después de que muriera mi madre me decidí por fin. Me llevó dos años de trabajo porque estaba en mitad de ninguna parte; estaba aislada en medio del bosque y no había ningún vecino en quizá dos o tres millas a la redonda. 

Cuando vinieron los decoradores pidieron permiso para entrar en la casa. Iban a tardar dos semanas en redecorarla, y me rogaron que mientras tanto no entrara para ver cómo iba quedando; querían sorprenderme. Les di las llaves. Durante dos semanas viví fuera, en el granero. Me acercaba por las noches para comprobar que la puerta estaba bien cerrada, pero nunca llegué a entrar.

Un día de Noviembre estaba yendo de la casa al granero, una distancia de varios cientos de pies a través del bosque, y pensé: “Desearía que mi padre estuviera vivo, porque a él le habría encantado esta casa. Habría sido la casa de sus sueños”. Yo no tenía ni idea del aspecto que la casa tenía por dentro. 

Esa noche mi padre me visitó mientras dormía. Todo esto pasó dos años después de que mi madre falleciera. Para entonces, mi padre llevaba unos doce años muerto. Se acercó a mí y me dijo: “Estuve muerto durante diez años. No tenía ni idea de lo que me había pasado. Vagué y vagué, y entonces apareció tu madre, que acababa de morir. Me dijo: Fred, estás muerto”. 

Mucha gente de mi familia había tenido sueños parecidos, mi padre acercándose a ellos, sangrando, diciendo: “¿Puedes ayudarme? Alguien intenta matarme”. Básicamente, mi padre me dijo que había estado perdido y desconcertado durante diez años, y que mi madre lo había solucionado todo. Entonces me preguntó: “¿Me vas a enseñar la casa?”. Y eso hice, le llevé a la casa y se la enseñé, una casa que no sabía qué aspecto tenía por dentro. Mi padre me dijo: “Soy tan feliz. Nunca he estado tan en paz como ahora. Todo esto es genial”.

Recorrimos la casa entera y él lo contempló todo detenidamente. En el hall había unas escaleras largas y pinturas brillantes con patrones estriados colgando de las paredes. Él comentó: “Me gustan mucho, son fantásticas”. Después fuimos al dormitorio principal y nos sentamos. 

Mi padre me dijo: “¿Hay algo que quieras saber?”. Lo único que se me ocurrió fue: “¿Qué hay después de la muerte?”, pero me pareció un poco insultante preguntarle algo cuya respuesta él ya había escenificado de una forma tan hermosa, tan sólo por la forma en que se le veía y cómo hablaba de ello. Mi padre me dijo: “Si no te importa, me voy a ir ya”. Entonces se tumbó en la cama y cayó dormido y se fue desvaneciendo.  

Me desperté al amanecer llorando, prácticamente histérico. Aquel era el día en el que los decoradores iban a enseñarme la casa. Pensaron que yo estaba furioso por algo, cuando en realidad estaba en shock. Sin embargo, en cuanto entramos en la casa, el hall, que no se podía ver desde el exterior, tenía las mismas pinturas que en mi sueño. Nunca las había visto antes.

Estaba tan alterado mientras recorría la casa, sabiendo el aspecto que tendría porque la había visto en sueños, que los decoradores pensaron que estaba enfadado con ellos.

Pero hay mucho más detrás de esta anécdota. La vida de Chuck ha estado siempre poblada por fantasmas. Su abuelo, Nick Palahniuk, era ucraniano y emigró a Nueva York en 1907. Mató a su mujer de un disparo durante una discusión estúpida sobre una máquina de coser. El padre de Chuck tenía cuatro años por aquel entonces, y lo vio todo escondido debajo de la cama. Nick buscó por toda la casa, mientras sus otros doce hijos corrían a esconderse en el bosque. Después se pegó un tiro.

Chuck siempre dice que existen dos versiones de la historia. En una de ellas Nick dejó a su familia en Idaho y se fue a trabajar en los muelles de Seattle, donde el gancho de una grúa lo golpeó en la cabeza. Tras el accidente se volvió hostil y violento. En la segunda versión, en cambio, Nick siempre fue un cabrón enfermizo.

Los padres del escritor se divorciaron cuando tenía catorce años. El padre de Chuck no tuvo mejor suerte en la vida:

La mujer con la que había estado saliendo mi padre se había casado con un hombre que había estado en prisión por asalto y abusos. Cuando empezó a golpearla, le dijo que iba a denunciarlo y a mandarlo de nuevo a la cárcel. El novio la amenazó. Si alguna vez la veía con otro hombre, los mataría a ambos. Así que a ella se le ocurrió publicar un anuncio en la sección de contactos buscando novio, y mi padre fue el más grande y fuerte de todos los que pudo encontrar. Sin embargo, mi padre nunca se enteró de que estaba ejerciendo de guardaespaldas. Cuando la llevó a casa después de una cita, el exnovio estaba esperándolos. Los mató y después prendió fuego al edificio.[2]

Chuck Palahniuk, en definitiva, ha tenido una vida difícil. Los fantasmas sobrevuelan su cabeza y en cierto modo habitan sus aventuras literarias. Quizá porque la muerte lo ha rondado durante tanto tiempo ha aprendido a vivir. Por eso, cuando tuvo miedo de acabar pobre y viviendo en la calle por dejarlo todo por la literatura, empezó a colaborar en un refugio para indigentes. Se dio cuenta de que, si era necesario, sería capaz de vivir como uno de ellos. Y, más tarde, cuando tuvo miedo de la muerte, estuvo ayudando a enfermos terminales en un hospital y se dio cuenta de que morir era muy fácil. ¡Yo puedo hacer esto! Se dijo.  

Cuando el entrevistador pregunta a Palahniuk por la importancia que tuvo su experiencia con el fantasma de su padre, el escritor le responde:

Durante los primeros días sienta genial. [A lo largo de mi vida he tenido tres sueños que me han llenado con una resolución absoluta, al menos durante unos cuantos días]. Después la sensación se pierde. El mundo sigue girando, y reemplaza esa sensación con ansiedad y con todo lo demás. Pero al mismo tiempo permanece, de un modo en el que siento que la experiencia me ha cambiado por completo.[3]

 

La vida de Palahniuk, más que otra cosa, mancha de rojo arterial todo aquello que escribe. La vida no siempre es hermosa, a veces es cruel y terrible. Cuando el dolor nos salpica, nosotros cerramos los ojos. Pero Chuck no. Chuck los abre de par en par, observa la alegría, el dolor y la miseria, el sinsentido, cada uno de los terribles matices de nuestra existencia. Exagerados. Exaltados por una más que evidente intencionalidad satírica. 

Podríamos decir que la vida, y no la muerte, es el núcleo del oficio de Chuck Palahniuk. La vida y los fantasmas.

Para saber más:



[1] http://www.curiousanimal.com/chuck-palahniuk-interview/ (traducción propia)
[2]http://graemegreen.org/Interviews/tabid/64/articleType/ArticleView/articleId/67/Chuck-Palahniuk.aspx (traducción propia)
[3] http://www.curiousanimal.com/chuck-palahniuk-interview/ (traducción propia)

5 comentarios

  1. Fascinante, Víctor. Me he empapado el texto dos veces. Está repleto de pequeñas perlitas que, intuyo, me servirán de motivación en esas horas bajas en las que aquellos que tenemos aspiraciones artísticas solemos caer de vez en cuando. Magnífico texto. Excelentemente redactado. Te felicito. Un abrazo, Víctor.

  2. Muchísimas gracias Pedro. Me alegro de que te haya gustado. Palahniuk es uno de mis escritores favoritos; por casualidad me encontré con la entrevista en la que contaba la anécdota del fantasma de su padre y empecé a tirar del hilo. A mí también me pareció una historia inspiradora. Un fuerte abrazo.

  3. No conocía al autor, pero me ha encantado el texto, me ha gustado muchísimo…

    Venir a esta casa es conocer nuevos mundos 🙂 Muchas gracias por abrirnos los ojos a esos universos desconocidos 🙂

    Que pases buen día (y Pedro también)

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