Cinco trampas de las narraciones en primera persona

Salinger
 
>Hoy vamos a analizar algunos problemas frecuentes en las narraciones en primera persona, y cómo podemos evitarlos. También veremos que determinados estilos y géneros literarios se adaptan mejor que otros a este tipo de narradores.

¿Por qué elegir un narrador en primera persona?

 

“[Aquella historia] tendría que llevarse a cabo al desnudo, sin la distancia simulada de la tercera persona. Solo la utilización del Yo, palabra hermosa y aterradora, lograría llevarme de vuelta al lugar al que precisaba ir”.
 Una infancia, Harry Crews

 

Cuando un escritor decide empezar una nueva obra, debe tomar algunas decisiones difíciles. Quizá una de las más importantes es elegir el tipo de narrador. En 99 de cada 100 casos, las opciones se reducen a tres:

 

  •  Narrador en primera persona. 

 

  •  Narrador en tercera persona omnisciente.

 

  •  Narrador en tercera persona observador.

 

El narrador en primera persona suena tal que así:

 

“Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada […]”.
El guardián entre el centeno, J. D. Salinger

 

Algunos dicen que los escritores primerizos basculan de forma natural hacia las narraciones en primera persona. Dicen que les resulta más fácil y que —aunque existen muy buenas novelas escritas en primera persona—, es mejor no tentar a la suerte. 

Hay hasta quien dice que las novelas escritas en primera persona les parecen infantiles y descuidadas, propias de principiantes. Hay editores que, directamente, no publican novelas escritas en primera persona. Y también están los que dicen que sobre ellas pesa una terrible maldición.

Tercera persona y tiempo en pasado, recomiendan. Por lo menos al principio.

Aunque ya debería estar curado de espanto, todavía me sorprende encontrarme este tipo de consejos. Creo que un escritor novel no debería evitar ninguna voz; en cambio, debería probar a escribir con todas las voces y puntos de vista posibles, y analizar con cuál se siente más cómodo y por qué.

Aunque la primera persona se parece a un diario, y por tanto puede resultar una voz más «cómoda» para narradores inexpertos, también creo que los principiantes empezamos imitando lo que nos gusta leer. 

La primera persona no tiene nada de malo. Quizá es, aunque os parezca contra intuitivo, la que permite más libertad a un escritor. 

¿Habéis oído hablar del narrador no confiable? Los niños, los locos y los borrachos son ejemplos de esto. O Patrick Bateman en American Psycho. Si quieres hacer partícipe de un crimen terrible a un lector, nárralo en primera persona. Si quieres que se identifique con un asesino sanguinario, o con una criatura interesada, advenediza y ruin, la primera persona es ideal para ello, si sabes manejarla. 

También nos permite alcanzar un grado de intimidad con el lector imposible de lograr con otros narradores, que para mí es uno de los ingredientes más importantes de cualquier lectura.

Pero cuidado, porque esta intimidad también tiene un precio.

Trampas de las narraciones en primera persona

Aunque me gusta la primera persona, soy capaz de entender los argumentos que esgrimen sus detractores. Así que vamos a analizar qué problemas pueden presentársenos si optamos por utilizar esta voz en nuestras historias:

1# Cuando explicas en lugar de mostrar

No me lo cuentes, enséñamelo (Show, don´t tell). Es una de las reglas que todos deberíamos colocar en un post-it frente a nuestro escritorio. Eso sí, cualquier escritor con tablas también sabe que es un ideal imposible. Todavía no me he encontrado con una sola novela que no tenga una construcción del tipo: “Juan sintió miedo”. Y vale, puedes evitarlo, pero que levanten la mano todos los lectores que estén hartos de frases hechas del tipo de: “Un escalofrío recorrió la espalda de Juan”.  Tomo nota.

El problema cuando usamos un narrador en primera persona es que estamos contando las cosas desde dentro de su cabeza. Y a veces, esa voz puede tomar las riendas de la narración y enfangarse en una retahíla de reflexiones y razonamientos de tipo clarificativo. En otras palabras: la historia se llena de monólogos interiores

Los monólogos interiores son útiles para ayudar al lector a comprender las motivaciones de un personaje. Pero eso es explicar, no enseñar. Por eso, en la mayor parte de los casos, son las acciones del personaje las que deberían de explicar sus motivaciones. 

A mi parecer, si el primer borrador de tu novela está plagado de monólogos interiores, tienes tres opciones: 

1. Eliminarlos casi todos y publicar una novella (o si el caso es muy grave, un relato corto).

2. Rehacer la historia en tercera persona.

3. Escribir un ensayo.

2# Cuando la voz del personaje no te deja expresarte como te gustaría

Una de las consecuencias de usar la primera persona es que el narrador actúa como canalizador de la experiencia de lectura. Hay un paso intermedio entre el mundo que quieres mostrar y el que muestras, y ese paso es tu narrador, que tamiza y deforma toda la información que el escritor quiere transmitir.

Esto está muy bien, y puede dar lugar a experimentos interesantes, pero a veces es un problema. Por ejemplo, recuerdo una vez en la que estaba escribiendo un relato sobre un asesino en serie que iba dando cuenta de las prostitutas de un polígono industrial. En una de las escenas la prostituta descubría un cadáver, y yo lo describía tal que así:

 

“Parece Ofelia en el cuadro de Millais, asomando la cabeza entre un mar de agujas de pino.”

 

Como os podréis imaginar, en cuanto mi lectora cero llegó a este párrafo, le saltaron todas las alarmas. 

Ofelia-2Bde-2BMillais
Ophelia, de John Everett Millais (1852). Para algunos, representación del ideal de “la bella muerte” y blá blá blá.
 

Me gusta cargar de referencias obscuras y mitómanas mis relatos. Supongo que, como cualquier otro exceso, es un error; pero me gusta. Si estas referencias ya son difíciles de justificar en cualquier narración, se hace imposible con un punto de vista en primera persona como éste. Me encantan los personajes barriobajeros ilustrados, y Millais no es una referencia especialmente oscura, pero lo que estoy haciendo aquí es traicionar la esencia del personaje. Un poco más adelante, escribía:

 

“Quiero abrazarla, acunar a esa niña extraña y tan especial y decirle que no pasa nada y que los ángeles la tratarán bien. Pero no lo hago. No, no, no. Pienso en C.S.I y en las huellas dactilares.”

 

¿Una referencia a C.S.I, una serie que emite Telecinco desde hace diez años? Eso ya está mejor.

Resumiendo: tus personajes deben ser coherentes y hablar como corresponde a su origen y su experiencia. Esto es algo bien difícil, y una de las muchas razones por las que a tantos escritores les salen sarpullidos cuando llega el momento de escribir diálogos. Piensa que escribir en primera persona es un poco como escribir un diálogo que dura todo un libro, y debes ser siempre consecuente y respetar la esencia de tu protagonista. ¿Te ves capaz?

3# Cuando el protagonista se pierde la mitad de la historia

Esto no es exclusivo de las narraciones en primera persona, pero sí algo bastante frecuente. Aunque se pueden tener varios narradores en primera persona en una novela, es algo que se desaconseja (¿sabrías darle a cada uno la suficiente personalidad y vocabulario distintivo como para evitar que el lector se confunda?). 

Hay gente que puede. Celda 211, de Francisco Pérez Gandul, es un ejemplo de varios narradores en primera persona. Paco juega muy bien la baza de usar el lenguaje y la experiencia de cada uno de sus personajes para que resulten inconfundibles. Así, puedes sentirte realmente dentro de un motín carcelario, desde el punto de vista de dos personajes antagónicos, sin necesidad de renunciar a saber qué es lo que está pasando fuera.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, tu novela tendrá un único punto de vista. 

Si a tu protagonista no le dejan entrar en la fiesta, se quedará sin saber lo que pasa allí dentro. O aún peor, intentarás solventarlo utilizando un recurso bastante pobre, como espiar a los otros personajes través de una ventana. 

Por eso es importante reflexionar sobre la historia que vas a contar, incluso si eres un escritor de brújula. Si quieres saber más sobre cómo elegir el punto de vista adecuado para tu historia, puedes consultar este artículo que escribí hace ya un tiempo.

4# Cuando no puedes describir a tu personaje sin que se mire en un espejo

A mí esto me parece una nadería, pero me he dado cuenta de que mucha gente lo considera un problema importante, así que he decidido incluirlo. La idea es que resulta muy difícil describir físicamente a tu protagonista cuando es él quien cuenta la historia en primera persona, y la solución de utilizar un espejo es lamentable (cosa con la que estoy más que de acuerdo). Podéis ver algunas propuestas para solucionar este problema aquí.

 
Todo esto me resulta pueril, pero es que siempre me ha parecido absurdo hablar del color de los ojos, de la altura y de las tonalidades del pelo, como si fueran algo fundamental en el proceso de construcción de un personaje. ¿Son útiles todos esos detalles? De verdad, ¿cuándo, en nuestras actividades diarias, nos fijamos en el color de los ojos de las personas con las que nos encontramos? (sospecho que después de soltar esto, no voy a volver a ligar en la vida).

Aun así, si realmente crees que transmitir toda esta información al lector es necesario, no te preocupes, porque hay formas de hacerlo sin necesidad de recurrir a un espejo. Cuando describimos a cualquier personaje, solemos centrarnos en dos o tres rasgos que llaman la atención. Si llaman la atención, debería ser fácil hacerlos destacar de cualquier manera que no resulte forzada. Te ofrezco otro ejemplo de Salinger:

 

“—¡Jo! —dije luego. También digo «¡jo!» muchas veces. En parte porque tengo un vocabulario  pobrísimo,  y  en  parte  porque  a  veces  hablo y actúo como si fuera más joven de lo que soy. Entonces tenía dieciséis años. Ahora tengo diecisiete  y,  a  veces,  parece  que  tuviera  trece,  lo cual  es  bastante  irónico  porque  mido  seis  pies y dos pulgadas y tengo un montón de canas. De verdad. Todo un lado de la cabeza, el derecho, lo tengo  lleno  de  millones  de  pelos  grises.  Desde pequeño.  Y  aun  así  hago  cosas  de  crío  de  doce años. Lo dice todo el mundo, especialmente mi padre, y en parte es verdad, aunque sólo en parte. Pero la gente se cree que las cosas tienen que ser verdad del todo.”

 

Caracterización pura, así es como se hace. Lo difícil no es lograr que resulte natural, sino saber con exactitud lo que quieres contar. Holden Caulfield es alto, tiene canas, pero a veces habla y actúa como un crío. Salinger quería destacar estos rasgos de su protagonista y lo ha hecho en primera persona, y no creo que le resultara mucho más complicado si lo hubiera hecho en tercera.

5# Cuando no encaja con el género de tu novela

Aquí la cosa se vuelve una cuestión de gustos. Toda historia que se precie debe reflejar un proceso de cambio en el personaje principal, pero también es cierto que no en todas adquiere la misma importancia o constituye el atractivo principal. 

Por ejemplo, en techno-thrillersal estilo de Michael Crichton, lo fundamental es la ciencia y el análisis de cuestiones éticas relacionadas con el progreso tecnológico. Crichton escribía novelas, no ensayos —aunque tiene libros en los que la línea se difumina bastante—, y por eso necesita personajes que reflejen diversos puntos de vista y experimenten sus mundos de ciencia ficción next minute. En algunas ocasiones, los personajes de Crichton son meros bosquejos, porque lo interesante es descubrir y replantearse el mundo a través de ellos. Si Crichton hubiera utilizado la primera persona en estos casos, sus novelas habrían resultado un verdadero desastre.

Por el contrario, si el proceso de cambio de tu protagonista es fundamental para la trama de tu novela, harías bien en considerar el uso de un narrador en primera persona. La narrativa de viajes, el terror, las experiencias de auto-descubrimiento y las historias de tipo vital y de aprendizaje suelen contarse en primera persona.

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¿Y tú? ¿Escribes en primera persona? ¿Prefieres leer novelas narradas desde este punto de vista o te es indiferente? Si te ha gustado este artículo, quizá podrías compartirlo en las redes sociales. ¡Muchas gracias!

Primera imagen: J. D. Salinger. Fuente:
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