Estúpidos, estúpidos editores

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Cada cierto tiempo, aparece en las redes un nuevo artículo que alude a la desidia y la incapacidad de las editoriales para detectar el verdadero talento de los escritores noveles.

Puede ser un tweet de J. K. Rowling hablando de las cartas de rechazo que recibió por su novela The Cuckoo’s Calling (publicada bajo el pseudónimo de Robert Galbraith), o puede ser una de estas listas de obras  que nadie quiso y que luego se convirtieron en clásicos, o en un éxito de público y crítica. O tal vez una noticia sobre esos programas de IA que llegan a ser finalistas de concursos literarios, y que según algunos suponen la confirmación de que una máquina medio idiota es capaz de engañar a un jurado.

El ejemplo más pernicioso de todos es el experimento que llevó a cabo el Sunday Times en 2006. Cada vez que se vuelve a compartir en las redes sociales genera oleadas de retweets y de comentarios indignados y autocomplacientes. Por resumirlo en pocas palabras, lo único que hicieron los del Times fue enviar los primeros capítulos de dos novelas que ganaron el premio Booker a veinte editoriales distintas. Una de ellas era de Stanley Middleton y la otra del premio Nobel de literatura V. S. Naipaul. En todos los casos excepto uno, los manuscritos fueron rechazados.

El mensaje que se trata de transmitir con todo ello es bastante condescendiente. Viene a decir que no es que nosotros seamos malos escritores y que por eso nos rechacen; es que los malos son otros.

En concreto, los editores.

Al fin y al cabo, veinte editoriales rechazaron una obra de un autor que ganó el Nobel de literatura. Por tanto, está bastante claro que esos tipos no sabría detectar el talento ni aunque lo tuvieran delante de las narices.  Solo un detalle antes de seguir: La novela de Naipaul enviada por el Times fue publicada originalmente en 1971. Si a estas alturas un libro de los setenta pasa los filtros editoriales sin más, entonces tenemos un problema.

¿Por dónde íbamos? Ah, sí.

Estúpidos, estúpidos editores.

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En cambio, a mí me parece que todas las editoriales que rechazaron el primer manuscrito de Harry Potter tenían razón, y el mercado también se la daba: el libro era demasiado largo para un público infantil, el tema era demasiado británico para triunfar en el mercado extranjero y la autora no estaba avalada por una trayectoria como escritora.

Los editores no se equivocaron. Y, desde luego, tampoco se equivocaron cuando un escritor desconocido, llamado Robert Galbraith, les envió su primera novela policíaca y, de forma bastante elegante, le respondieron indicándole que no estaban interesados.

Sé que no se equivocaron porque las cifras de ventas durante los primeros meses les dan la razón. El libro vendió 1500 copias físicas de abril a julio, una cantidad que ya nos gustaría a muchos, pero que en el mercado anglosajón no es gran cosa. Bien sabemos que, si esa novela hubiera sido publicada inicialmente sin pseudónimo, todas esas editoriales habrían cambiado de opinión. Ya sabéis, el escritor es una marca y hay ciertas marcas que venden una barbaridad, por encima de otras consideraciones. Pero The Cuckoo’s Calling no era una obra de arte firmada por Jeff Koons, sino por John Doe. Las cuentas de la editorial, por tanto, no salían por ningún lado.

Sea como sea, las dos cartas publicadas por Rowling en su cuenta de Twitter ni siquiera pueden utilizarse como argumento:

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En primer lugar, el editor de Constable & Robinson, a pesar de sus modales pasivo-agresivos, lo único que está haciendo es informar al autor de cuáles son los canales adecuados para realizar una propuesta editorial, además de indicarle las preferencias de formato (sinopsis, primer capítulo más otros dos y un S.A.E, es decir, un sobre con el sello y la dirección del remitente para enviar respuesta sin coste para el editor). ¿Mandó J. K. Rowling el manuscrito completo, sin adaptarse a las normas de formato que especificaba la editorial? Y dado el caso, ¿llegó realmente alguien a leer ese manuscrito? Sospecho que nunca lo sabremos.

Y en segundo lugar, ¿habéis leído la respuesta de Créme de la Crime? «Gracias por ofrecernos su novela. La editorial es ahora parte de Severn House Publishings. Por el momento no estamos en disposición de aceptar nuevas propuestas. Siento decepcionarle, muchas gracias por pensar en nosotros».

Menudo rechazo.

Esa ceguera patológica que algunos achacan a los editores, yo no la veo por ningún lado. Lo único que veo son líneas editoriales que tienen un público fijo que hay que mantener (lo siento, pero somos una editorial de novela histórica: no publicamos terror), veo lectores editoriales que hacen su trabajo con profesionalidad (esta novela no me gusta, pero cumple con los criterios adecuados para mi editorial y por lo tanto hago un informe favorable, y viceversa) y veo avalanchas de manuscritos por todas partes (mira, no puedo publicarlo aunque me guste porque tenemos todas las publicaciones cerradas hasta 2030).

También hay quien dice que el problema es que las editoriales medio-grandes son un negocio y obviamente se preocupan más por obtener beneficios que por estar a la vanguardia cultural y apostar por autores jóvenes de gran talento.

Cultura y negocio son a menudo dos términos antitéticos. Sobre todo si hablamos de «alta» cultura y de buenos negocios.

Ahora ya sí, ¿no? Estúpidos, estúpidos editores.

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Pues tampoco. Porque aunque esto es cierto y se repite constantemente, estoy seguro de que muchos de esos editores tienen un finísimo olfato literario y estarían encantados de publicar textos arriesgados y diferentes. Pocos trabajos hay tan vocacionales como el de un editor, y cuando les preguntan en las entrevistas por su gran sueño, casi siempre responden que les encantaría descubrir a ese autor desconocido que cambie para siempre el panorama literario.

Pero, ¿sabéis lo que pasa? Que esos libros de autores jóvenes de gran talento y calidad literaria no los compra nadie. Puede que ni siquiera tú. Nueve de cada diez veces los ejemplares acaban saldados o siendo pasto de las llamas. En serio, echa un vistazo a tus estanterías. ¿Por qué el editor debería publicar algo que tú no estás dispuesto a comprar… algo que tú solo compras raramente, en el mejor de los casos?

No seré yo quien defienda que nuestro sistema editorial es perfecto. Pero si atendemos al volumen de publicaciones (que no de beneficios), sin duda nos encontramos en una época dorada. Hay muchísimas editoriales pequeñas especializadas en todos los nichos posibles, dispuestas a darle una primera oportunidad a un escritor desconocido. Nunca he entendido esa necesidad de antagonismo entre el editor y el escritor. De verdad que no.

De hecho, creo que los editores profesionales se equivocan muchísimo menos que los escritores noveles.

Si lo que quieres es crear arte de forma libre, sin interferencias del mercado y sus oscuros intereses crematísticos, no creo que exista mejor momento que este. Eso sí, ejerciendo la autocrítica. Entre los escritores sobran enfant terribles y falta esa gente que es capaz de hacernos recordar por qué esto es bastante más que un hobby para nosotros. Sobran malas actitudes y falta buena literatura. Porque la buena literatura puede enganchar o no, puede ser comercial o no, puede estar en el escaparate o en el rincón más escondido de la librería; todo eso no importa.

Lo único que define a la buena literatura es que te transforma.

Dicho esto, podemos volver con lo mismo de siempre: malditos sean todos esos editores que no dejan de publicar a youtubers, que nos bloquean las puertas del éxito, que se interponen entre nosotros y nuestros sueños de autor publicado y las giras por Latinoamérica. Malditos sean los que publican la enésima copia del código DaVinci, la biografía de Victoria Beckham, el libro de chistes de Arévalo. Podemos seguir con lo mismo de siempre, pero me parece pernicioso y, sobre todo, poco constructivo. Culpar a otros de nuestros errores nos impide corregirlos, y por lo tanto mejorar.

Eso sí, también os lo digo. Benditos sean los que, a pesar de todo, se arriesgan. Escribiendo, editando o haciendo cualquier otra cosa. Benditos sean todos aquellos que un buen día se arriesgaron con productos diferentes y fracasaron y cuyos nombres ni tú ni yo podemos mentar hoy, porque todas esas novelas terribles y maravillosas cayeron en el olvido, quizá hasta quebraron negocios, rompieron familias y provocaron suicidios.

Gracias. El mundo sería mucho peor sin vosotros.

bartleby

17 comentarios

  1. Lo que tú comentas aquí pasa igualmente en la tele. ¿De quién es la culpa de que no haya más series o contenidos de calidad? ¿De verdad es de las cadenas? Creo que la respuesta es la misma que tú das muy acertadamente para el ámbito editorial. Al fin y al cabo, editoriales y cadenas son negocios, y de algo tienen que vivir. Biquiños!

    1. De hecho, hay varios artículos en la web de bloguionistas que van mucho más allá. ¿De verdad la mayoría de los guionistas españoles serían capaces de crear un contenido muy superior si no tuvieran restricciones de presupuesto o demandas del director o del productor? Y como bien planteas, la culpa no tiene por qué ser necesariamente de la cadena de televisión… o del público.
      ¡Un abrazo, Cris, y gracias por comentar!

  2. Hola, Víctor:
    Opiniones, como en todo los sectores, hay muchas. Pero realidades, solo una. Lamentablemente, el amor por la literatura no paga facturas ni nóminas ni impuestos, y eso es lo que marca las decisiones de publicación de las editoriales. Si me pongo en los zapatos de una editorial, por supuesto que me gustaría publicar una obra que se convirtiera en en un icono de la literatura universal, pero sin que ello me lleve a la quiebra y mande al paro a toda la plantilla. Así que, seguramente, también editaría Belén Esteban, porque es lo que la gente consume y, además, garantizaría la buena salud de la empresa.
    Buen artículo, muy realista. Un abrazo.

    1. Muchas gracias por dejarme tu reflexión, Néstor. Tus comentarios son siempre interesantes. La verdad es que también se dice que publicar a la Esteban permite que la editorial siga existiendo, y que sin esos libros la industria lo estaría pasando peor todavía. Belén Esteban o el youtuber de turno, que son ventas seguras, permiten que una editorial pueda correr un riesgo con otros autores. Pero está claro que no se puede tener todo. Las editoriales que a mí me gustan publican poco y están siempre al borde de la quiebra.
      A veces me da la impresión de que lo queremos todo y, especialmente, que nos creemos que lo merecemos todo. Por eso creo que es sano tener una perspectiva amplia de la industria editorial, y comprender los intereses de los diversos actores de la misma (autores, lectores, libreros, distribuidores, editores, etcétera).

    1. Gracias a ti, Diana. Como proyecto de editor que fui hace unos años, conozco alguna de las muchas dificultades por las que pasa una editorial, y lo difícil que es sacar cualquier proyecto a flote en la coyuntura actual. Lo peor de todo, encima, es recibir la incomprensión de aquellos que aman la literatura y que deberían estar apoyándoos.

  3. Hola Victor:
    Como juntaletras aficionado que soy, he pasado por muchos intentos de publicar lo poco que escribo. Lo conseguí: una editorial aceptó mi primer manuscrito pero en autoedición y yo tenía que venderlo. Comencé con 200 copias que vendí en una semana. Luego pasamos a 1500, que las vendí en un mes. Posteriormente me ofrecieron un contrato de edición “de verdad de la buena”, en la que se guardaban los derechos para publicar la novela en cualquier idioma que puedas imaginar, ¡incluyendo el Esperanto!, y me ofrecían un 2% de las ventas totales. Me negué. Posteriormente lo volví a intentar. Editorial tras editorial recibí cartas “modelo” de rechazo: “No se ajusta a nuestra línea editorial”; “Hemos cubierto el cupo de publicaciones para este año”; “Lo sentimos pero no se trata de una 1ª edición”; “Nuestra editorial ya ha dejado de publicar”…así hasta el infinito.
    También he dado con algún editor que sí me ha querido publicar, pero resulta que él no decidía: lo hacía un grupo de lectura o los socios de la compañía.
    Duele mucho, más que una patada en las ingles, que te manden una respuesta diciendo que el 99% de la novela está bien, pero que no te la publican porque no tienen tiempo de corregir en las galeradas ese 1% que no se ajusta.
    Mis huevazos me llevaron a mandar la novela a editoriales de todo tipo, y las mejores críticas vinieron de editoriales dedicadas a libros de texto, historia o científicas, incluso me recomendaron que lo enviase, con una carta de recomendación a cierta editorial para que la leyesen, puesto que el 95% de los manuscritos no los leen, o ni siquiera pasan de la primera página.
    El experimento del Sunday Times lo hice: envié tres clásicos de la literatura a 12 editoriales y todas los rechazaron: “Cosmos” de Witold Gombrowicz, “La epopeya del bebedor de agua” de John irving y “En brazos de la mujer madura” de Stephen Vizinczey. Con un título aleatorio y pseudónimo, y todas las respuestas fueron cartas modelo de rechazo. ¡No los leyeron!
    Yo no vivo de lo que escribo, de hecho tuve que rechazar tres premios a distintos relatos cortos debido a que era presencial, me tenía que desplazar más de 600 km, el premio era una caja de libros, un piscolabis, una foto con el concejal de turno y renunciar a los derechos de edición. Sí he conseguido tres premios por internet sin publicación, excepto en la misma página, el último hace 5 años: 100 e-books, una placa madre de 64 bits y 3 meses de afiliación a Netflix.
    De hecho, los editores no tienen culpa de nada. Siendo camarero en el año 2004, conocí al editor jefe de Plaza & Janes que se jubilaba y me preguntó si escribía. Le dije que sí y me dijo consternado: “Pues lo mejor que puedes hacer es copiarte del gilipollas ese de Dan Brown, porque los que se van a hacer cargo de las editoriales son licenciados en económicas y empresariales, y no saben distinguir una obra maestra de un mojón pinchado en un palo. Si el mojón produce beneficios, ellos lo venden y vosotros lo compraréis”.
    Un saludo y perdona por el truño que te acabo de soltar, pero daría para mucho más.

    1. Hola, Iván. Lamento mucho que hayas tenido esas experiencias en el mundo editorial. Desde luego, soy más que consciente de que no eres un caso aislado, y de que muchos libros que habrían encontrado un hueco en las estanterías de los lectores, hoy cogen polvo en un cajón debido a la falta de miras de algunos editores.
      Esta industria, parece mentira, en el fondo es bastante conservadora. Aquellos escritores que están más o menos establecidos pueden asociarse a un grupo editorial y desarrollar en él su carrera. Los que no llegan a esta posición se mantienen en una situación precaria, siempre a la búsqueda de una nueva editorial. Y todos sabemos que buscar editorial es una lotería y que, incluso cuando te toca, el premio a veces tiene bicho (coedición o autoedición encubierta, editoriales que quiebran, editores que no pagan los derechos de autor o que mienten con la longitud de las tiradas…)
      Al final, “la sociedad es la culpable”, que cantaba Siniestro Total. Más lectores y mejores lectores es lo único que puede mejorar la situación. Las editoriales no pueden cambiar la percepción que la sociedad ya tiene sobre la literatura, porque es un problema que habría que arreglar a todos los niveles.
      Y de truño nada, Iván. 🙂 Muchas gracias por tu comentario.

  4. Creo que me voy a guardar este artículo para leerlo cuando me haga falta de verdad. Cuando envíe un manuscrito a una editorial y esté rabiosa y decepcionada por el rechazo. Seguro que me hará falta.
    Todos queremos ser ese autor que llega rompiendo la linea temporal y se convierte en un hito. Pero no todos podemos serlo. Podemos intentarlo. Muchas veces.

    En cuanto a Belén Esteban. Sí, la editarán. Verá “su libro” en papel. Ganará dinero. Y ya está. Esa será su carrera. Un libro que lee gente que no suele leer. Lector de best-seller que no tiene olfato literario ninguno.
    Llamadme narcisista pero yo quiero un lector que me lea bien. Que sepa de donde me llega la inspiración y que pueda compararme con otros grandes aunque yo sea pequeña.
    Lo intentaré y quizá con el tiempo llegará.

    Muy buen artículo Victor.

    1. Muchas gracias, Lulu. Creo que, como aspirantes a escritores, tenemos que acostumbrarnos al rechazo. Es algo que muchas veces es positivo y nos ayuda a mejorar.
      A mí me pasa lo mismo que a ti. Lo que yo hago y lo que hace Belén Esteban son dos cosas distintas. Ella no es escritora, y tampoco lo pretende. Su libro es otro producto de marketing más, y lo más importante es la primera página, que es donde irá la dedicatoria el día de las firmas. Podría ser un juego de mesa. Podría ser un DVD con sus “mejores” momentos. Podría ser un delantal con su cara.
      Sus lectores (que muchos no son ni lectores) tampoco son los míos. Lo de robar lectores o ventas es absurdo en cualquier caso, pero en este mucho más. Lo que realmente me asustaría es que Belén Esteban FUERA escritora, y nada más. Ahí sí que me echaría a temblar, 😀

  5. Hola, Víctor,
    Es verdad que hay un montón de editoriales en España, pero ¿cuántas aceptan manuscritos? Hubo un tiempo que enviaba manuscritos a esas cuatro que sí los aceptaban. Nunca nadie me contestó. Solo una vez un editor me respondió: no me gusta cómo está escrita, dijo. Todavía le estoy agradecida.
    Así que, aunque no encontré editor, tampoco coleccioné cartas de rechazo (la única respuesta fue un correo electrónico).
    Leo más que escribo, y no me parece que el nivel de calidad exigido sea para tanto. De hecho me cuesta encontrar lecturas fabulosas. A la novela actual española la encuentro manida y previsible, a veces pretenciosa. La poesía y el teatro me parecen más saludables. Se traducen algunos libros interesantes, ¡menos mal!, pero no siempre nos llegan traducciones decentes. Suerte tenemos del mundo hispanoamericano. Quizás sí que se editen cosas maravillosas, y yo no las encuentro…
    Me gustaría esa editorial especializada en escritores noveles, editando, publicando y difundiendo, con el mismo rigor que se emplea con los consagrados; no solo para enviar mis mamotretos, también como lectora. (La literatura nos hace soñadores.)
    Un saludo.

    1. Bueno, el gusto literario de cada uno es como es. El truco es cultivarlo, saber qué te gusta y dónde puedes encontrarlo. En mi caso, me fío mucho del criterio editorial de determinadas colecciones (La Felguera, Dirty Works, los compactos de Anagrama, Valdemar… hay tantísimas). También sigo a determinados autores que me gustan y curioseo cuáles son sus lecturas favoritas o qué autores mencionan como referentes. A través de Palahniuk descubrí a Spanbauer. A través de Bueso, descubrí a Rafael Pinedo. Y luego están las corrientes y las generaciones: en mi caso la del 98, o la escuela de la escritura peligrosa, o el brat pack, o la mal llamada generación X española, o la alt-lit, o el bizarro, o el new weird, o… o… En fin, siempre que hurgo por ahí encuentro cosas interesantes.
      Intento salir de mi zona de confort, y aun así llevo bastante tiempo sin caer en uno de esos libros que son malos con avaricia. Quizá es cuestión de suerte, nunca se sabe. Los noveles son un riesgo, pero es un riesgo que, de tanto en tanto, debemos correr 🙂

  6. Gracias por detallarme el truco de cómo afinar la búsqueda.
    Lo mío va más allá de la zona de confort, es cueva (últimamente solo pillo libros de la biblioteca pública electrónica, volver a las librerías me ayudará a encontrar mis estanterías).
    Un placer leerte y aprender, Víctor.

  7. Hola Víctor, muchas gracias por este maravilloso blog. Referente al tema ¿Que hay sobre publicar en LULU o Bubook? ¿Es recomendable la autopublicación? Saludos desde Venezuela

    1. Hola, Diony. Gracias a ti por leerme. Sobre plataformas específicas de autopublicación no he escrito gran cosa (no las conozco personalmente), pero hace tiempo escribí algunas reflexiones sobre el fenómeno que quizá todavía puedan ser de interés.
      Sobre las ventajas de la autopublicación: http://victorselles.com/las-ventajas-de-la-autopublicacion/
      Sobre los peligros de la autopublicación: http://victorselles.com/los-peligros-de-la-autopublicacion/
      Mi conclusión hoy día es que sí es recomendable, pero igual que la publicación tradicional. Creo que un escritor debería trabajar en ambos frentes simultáneamente, tomando decisiones estratégicas sobre cuál podría ser el rendimiento de su obra en cada uno de los dos mercados.

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