¿Se puede vivir de la escritura?

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Hoy desentierro el hacha de guerra para tratar un tema bastante complicado: el oficio del escritor de ficción.

Me he dado cuenta de que la mayor parte de la gente que quiere adentrarse en este mundo de la literatura no es muy consciente de cómo funciona y de qué puede esperar de él. Muchas veces, el lego y el diletante creen que un escritor con unas cuantas novelas a sus espaldas es capaz de mantenerse por sí mismo. Creen que algo de atención de los medios y unas cuantas reseñas y entrevistas repartidas por blogs y por periódicos locales son sinónimo de éxito, que lo convierten a uno en una celebridad.

Y al final, creen que en todo este asunto de las novelas hay dinero. Y lo creen porque hay alguien que hace dinero con ellas, porque hay librerías enormes en pleno centro de las ciudades y, sobre todo, porque muchos escritores no se molestan en desmentirlo. Admitir algo así desmerece el trabajo realizado y, desde luego, no sirve para vender más libros.

Como consecuencia, el escritor novel suele tener aspiraciones muy poco realistas.

Sin embargo, sé que en el fondo no quiero enfocar este artículo en eso. Esto no debería ir de cómo tú puedes o no puedes profesionalizarte como escritor (según escribo estas líneas, siento como el dios SEO me pega un bofetón que me envía a la página doce de resultados de Google); esto debería ir de lectores. De cómo deberíamos intentar apoyar a la clase media de la literatura, porque va a redundar en una mejora de las condiciones para todos: de la oferta, de la cantidad y de la calidad.

 

El escritor profesional

 

Escritor profesional. Este es el término con el que nos referimos al autor que puede vivir de la escritura, dedicarse íntegramente al acto de crear novelas, sin necesidad de recurrir a impartir talleres o a ofrecer servicios de corrección o editoriales. Al mismo tiempo, quiero aclarar que no me refiero tampoco a los autores superventas, sino a un hipotético grupo de escritores de clase media, que en realidad no tengo muy claro si en España ha llegado a existir alguna vez.

No estamos hablando de mí, y probablemente tampoco estamos hablando de ti. No hablamos de noveles, sino de autores con una trayectoria, con ventas, con buena distribución, etcétera. La posición a la que aspira la mayoría de la gente que se toma lo de escribir en serio.

Hoy no hablo de escribir por placer. Hoy hablo del «vil metal».

¿Puede profesionalizarse un escritor hoy día en España? La respuesta ya os la podéis imaginar (no, no se puede), pero lo interesante es el porqué. Que un escritor no puede vivir de esto parece bastante asumido dentro del gremio.

La lógica conduce a pensar, sin embargo, que si no hay negocio para los escritores, no debería haber escritores. Y si no hay negocio pero los escritores quieren seguir escribiendo por placer, entonces ¿por qué nos empeñamos en tratar de comercializar un producto que apenas tiene valor en el mercado? ¿Cómo puede suponer el negocio del libro el 40% de toda la industria cultural española?

 

Lo que hay

 

Voy a hacer unas matemáticas muy tontas para averiguar cuánto cobra un escritor promedio (llamémoslo de clase media). Como es natural, la mayor parte de escritores no hacen públicos sus datos fiscales, ni cómo han ido las ventas de su último libro, pero con este informe sobre el Sector del Libro en España podemos obtener datos correspondientes al año 2011 para hacernos una idea:

Precio medio de un libro (en literatura) 11,44 euros
Porcentaje del autor 1,14 euros
Tirada media (en literatura) 1657 ejemplares

1657 * 1.14 = 1888,98 euros.

Misterio resuelto. Esto es más o menos lo que cobra un escritor promedio de nuestro país al año por novela: Menos de dos mil euros, y eso solo si logra agotar la tirada.

Sigamos con las risas. ¿Cuántos libros tendría que vender un escritor para poder cobrar un salario mínimo (e indigno, de supervivencia) de 15.000 euros al año? Pues muy sencillo: más de 13.000 libros. Una tirada que para la mayor parte de escritores suena a broma. Pero aquí hay clases como en todas partes. Con el número de libros que vendió Julia Navarro durante el 2014, podríamos alimentar a una decena de escritores. Con lo que vendió E. L. James del primer libro de Grey durante los últimos seis meses de 2012, tendríamos para mantener a casi cuarenta.

Siempre he pensado que el lector es conservador, pero no estoy seguro de si lo es por naturaleza o por influencia de la publicidad. Sería deseable, no obstante, que el panorama literario (el rentable, se entiende) estuviera compuesto por algunos miembros más, que se leyese un poco menos a los cuatro de siempre y un poco más a algún otro. En un mundo ideal la editorial tendría tiempo, recursos e interés para leer todos los manuscritos que recibe, identificaría al escritor novel que es un diamante en bruto, le ofrecería un contrato de edición con un buen adelanto y se arriesgaría a sacarlo al mercado, porque cuanto mejor sea un escritor, más libros vende. ¿No? ¿No?

No. Otro mito que conviene desterrar de una vez por todas, si queremos entender el mundo editorial. La calidad, por sí sola, no vende libros. En la inmensa mayoría de las ocasiones, solo hay dos cosas que lo hacen:

  1. El nombre de la portada.
  2. La promoción y la publicidad.

Yo soy de los que piensan que, si la novela es buena, el boca-oreja provoca un incremento de las ventas. Como prueba, ahí están (algunos) long-sellers y (algunos) bombazos editoriales inesperados. Pero para que este aumento no sea testimonial, es necesario el empuje publicitario inicial, que la bola empiece a rodar. Y no hay mejor publicidad que el nombre del autor, porque los lectores son conservadores, como digo, y un nombre les dice mucho más que un género, o que un argumento sugerente. Un nombre, siempre y cuando lo hayan oído antes, actúa como una marca. Un nombre, siempre y cuando lo hayan leído antes, es una garantía de calidad, o al menos «de mínimos».

A lo que creo que debemos aspirar, como lectores, es a potenciar esta clase media de escritores por encima de los grandes nombres superventas. Personalmente, yo quiero que estas personas puedan vivir de escribir, y que así puedan escribir más y mejor. Quiero que exista una red de autores para los que escribir sea una alternativa profesional válida. Quiero variedad en la mesa de novedades de las librerías.

Creo que como lectores, antes que como escritores, deberíamos luchar para apoyar eso. Para ello no haría falta que se leyera más de lo que ya se lee; solo se necesitaría variar los hábitos de lectura.

Desde luego, no es una tarea nada fácil.

 

Lo que nos viene

 

¿Y qué alternativas existen o se adivinan en el horizonte para el futuro de la profesión? Si el número de ejemplares por edición es muy bajo y las ventas también, y no permiten ni tan siquiera un salario indigno, cabe preguntarse: ¿Han traído las nuevas tecnologías alguna alternativa viable para profesionalizarse?

Nos hemos metido en un modelo un tanto absurdo en el que casi pareciera que todos estamos empeñados en producir algo que nadie quiere consumir, cosa que no creo que sea cierta. Por eso no dejan de hacernos creer que el lector no existe, que si queremos publicar tenemos que pagar. Al final estamos convirtiendo la literatura en un pasatiempo, y la publicación en un acto de vanidad.

Solo veo dos soluciones:

El primero es la autopublicación, que ofrece perspectivas similares, aunque algo más halagüeñas. Al fin y al cabo, el escritor recibe los beneficios de inmediato en lugar de tener que esperar a las liquidaciones semestrales. De este modo, con algo de suerte, podrá comer todos los días, y no solo dos veces al año. Hace ya bastante tiempo escribí un par de artículos sobre el tema —las ventajas de la autopublicación y los peligros de la autopublicación— y mi punto de vista no ha variado demasiado desde entonces.

La autopublicación puede estar bien, pero solo tiene sentido en según qué géneros, y siempre y cuando seas un escritor lo bastante rápido, capaz de posicionar bien varios títulos nuevos por año. Resulta curioso que en la edición tradicional esto no pueda hacerse, porque si publicas más de una o de dos novelas por año, en teoría estás compitiendo contra ti mismo y «saturando el mercado», cuando en el mundo de la autopublicación la única forma de sobrevivir es publicando mucho y acumulando ingresos.

La segunda opción es Patreon. Y digo Patreon porque pocas son las campañas de crowdfunding que incluyen el salario del escritor de un año. La mayoría solo cubren costes de impresión, diseño y maquetación. Eso quiere decir que, mientras produce, el escritor no cobra. Y por supuesto, los beneficios de una tirada, en la inmensa mayoría de los casos, no son suficientes para compensar el tiempo invertido ni a precio de salario mínimo.

Hace poco, el escritor de género Tim Pratt se anunciaba en Patreon. La idea de Patreon me parece mejor, más digna que la de un crowdfunding sin más, sobre todo para escritores. En Patreon, los usuarios pagan mensualmente o por producto a un artista, garantizándole la independencia económica y creativa. Pratt dice:

Ahora mismo soy sobre todo novelista. Escribo y edito para poder vivir y, económicamente, escribir novelas tiene más sentido que escribir relatos. Tengo gastos y facturas como todo el mundo, y además un hijo que pretende que lo alimente varias veces todos los días. Pero los cuentos fueron mi primer amor, y el tipo de literatura que mejor escribo (Es un hecho: soy un novelista aceptable, pero en mis mejores momentos, soy un escritor de relatos genial). Quiero escribir más cuentos, siempre y cuando pueda hacerlo sin entrar en bancarrota. Solo necesito un motivo.

Así que: Ayúdame a hacer más de lo que se me da mejor. Aquellos que me apoyen podrán leer una historia inédita todos los meses —normalmente ciencia ficción, fantasía, terror y otras cosas raras. Cuanto más apoyo reciba, más tiempo podré dedicar a escribirlas, lo que me llevará a poder escribir historias más largas (o más fragmentos de historias cortas).

La opción de Patreon es buena. Es como decir: No solo te pago este libro, sino que te pago mientras produzcas este y otros libros. No sé cómo lo veis vosotros, pero teniendo en cuenta cómo funciona la literatura, es uno de los pocos sistemas que veo aceptable para profesionalizarse dentro del nuevo modelo de negocio en el que estamos inmersos. El problema vuelve a ser el mismo: Tim Pratt quizá logre su objetivo, pero otros escritores con menos trayectoria lo tienen mucho más difícil. Casi imposible.

 

* * * *

 

¿Y vosotros qué pensáis? ¿Creéis que los escritores de clase media tienen sentido en el panorama actual? ¿Son un indicador de la buena salud del mercado? ¿Debe estar la literatura en manos exclusivas de los autores superventas y de un montón de amateurs que tienen que compaginar su actividad con otros trabajos más lucrativos?

18 comentarios

  1. Hola, muy interesante el artículo, como autora autopublicada te puedo decir que cuando comencé a publicar solita mis novelas una escritora de editorial se burló de que yo soñara con un día poder vivir de mis novelas digitales, dijo que eso ni siquiera Reverte podía (el escritor Perez-Reverte) y que ella y otros tantos debían escribir artículos periodísticos y demás…
    Y allí están las escritoras de editorial: muy engreídas de que son más que esta pandilla de autoras indie que publica en amazon, pero teniendo que soportar la tiranía de una editorial que si se le antoja le publica y si no debe ir a buscarse otra y así.. y solo pueden publicar en digital porque ahora también las grandes están interesadas en el bocadillo de ebooks..
    Mientras que un grupo de atrevidas como yo, que no somos ni famosas ni “joyitas” de la literatura nos hacemos un dinerillo vendiendo nuestras novelas.
    ¿Qué es mejor? ¿Ser autopublicada o esperar eternamente una editorial?
    Bueno, depende de lo que uno busque.
    Este es el reinado de lo efímero, un libro puede ser un suceso dos meses para luego caer y ser olvidado, tener editorial no te garantiza éxito porque los autores indies vendemos el 50% de los libros de amazon en formato digital. Las editoriales no siempre son acertadas en sus publicaciones, se han vuelto muy comerciales y los lectores quieren variedad, originalidad y los autores indie tienen su oportunidad de llegar a sus lectores, de mostrar lo que escriben y eso es lo más valioso. Te puede ir bien o te puede ir mal pero al menos no debes esperar más de 15 años a que te publiquen una novela.
    Vivir de esto?
    Pues depende mucho del género que escribas y también talento. Más allá de las modas de querer escribir sobre géneros que se venden existe algo que innato: creatividad, imaginación, talento, eso no se aprende en ningún taller literario, eso es el sello de cada escritor.
    Suerte, paciencia y publicar y publicar.
    Hoy día veo que muchos escritores que recién empiezan quieren todo ya: fama, dinero y lectores a roletes, nooo amigo, ten paciencia que esto lleva tiempo, sangre, sudor y lágrimas. A menos que tengas una de esas novelas maravillosas que gustan a todo el mundo, deberás tener paciencia. No queda otra.

    1. Hola Karina. Hay un estigma evidente en la autopublicación. Se supone que las editoriales tradicionales actúan como un filtro, y que las obras publicadas a través de esta vía tienen una cierta garantía de calidad, cosa que no ocurre con lo autopublicado. Esto es cierto, pero solo en parte, porque cada vez existen más editoriales de coedición o que solo buscan los beneficios. En estos casos no se hace revisión, la portada es lamentable, la edición peor, etc. Hay mucha basura en la autopublicación, pero también es cierto que la opción de vista previa en Amazon es una forma estupenda de comprobar si un libro merece la pena. Si las primeras diez páginas están llenas de faltas de ortografía y mal escritas, pues ya sabes que no lo tienes que comprar. En muchos casos las editoriales tradicionales no ofrecen este servicio, y yo me he llevado libros que han supuesto una auténtica decepción.

      En cuanto al éxito no hay ninguna opción que lo garantice, y además depende lo que cada uno espere sacar de esto. Sinceramente, si uno busca ganar dinero de verdad, elegir la literatura como medio es una soberana tontería. Dicho esto, creo que para los autores pequeños, a nivel económico merece más la pena la autopublicación, porque te llevas calderilla, pero al menos te la llevas tú. Eso es lo que yo pienso, al menos. Ahora, la autopublicación como alternativa a un salario me parece algo muy arriesgado.

      En cualquiera de las dos opciones, como bien dices, nada sustituye al esfuerzo y la paciencia. La clave es ir creciendo poco a poco.

      Muchísimas gracias por tu comentario.

  2. Hola Víctor 🙂

    Excelente entrada, realista y con muchos datos que avalan tu postura. Lo cierto es que el panorama no pinta nada bien, pero es lo que tiene el arte, no podemos dejar de escribir aunque no nos dé para el día a día…

    Tampoco entiendo esa supuesta saturación, hace poco me comentaban que en el sector tradicional para evitar esto obligaban a los autores a sacar un buen número de obras bajo pseudónimo. Me parece un poco absurdo, pero quizá peque de ignorante.

    No conocía “Patreon”, sí verkami y similares. La verdad es que una gran idea, por desgracia serán pocos los que podrán beneficiarse de ella, hay que tener una trayectoria, un público… vamos que tienes que tener buena parte del camino ya hecho si quieres que esto te pague las facturas.

    En cualquier caso me ha encantado conocer tu blog.

    Un saludo 🙂

    1. Hola Ana, bienvenida al blog. Yo creo que lo de la saturación tiene sentido… hasta cierto punto. Amazon y las librerías tradicionales venden libros, pero su estrategia comercial es muy distinta. No creo que un autor de Amazon pueda vender seis libros al año a 15 pavos el libro, los lectores no se van a gastar 100 euros en él, y las editoriales tradicionales tampoco pueden poner los libros al precio de Amazon por muchas razones. Para los autores prolíficos (que yo no lo soy en absoluto), quizá el modelo mixto sería el que mejor funcionaría. Pero bueno, esto es una opinión mía desde el otro lado de la trinchera, así que tampoco puedo asegurar que este sea el motivo.

      Y sí, con Patreon pasa exactamente lo que dices: necesitas un público fiel que esté dispuesto a pagar religiosamente. Pero bueno, un escritor de clase media debería de tenerlo ya. Hay algunos a los que yo pagaría por algo así. Escritores buenos de verdad para mí hay muy pocos, y la felicidad que me produce leerlos bien merece ese dinero. Incluso pagaría a ciertas editoriales que siempre sacan cosas que sé que me van a gustar, como Dirty Works. Tarifa plana, precio especial y envío a domicilio de cada nuevo libro que editen. ¡Pero no sé por qué, los muy malditos no se anuncian! 🙂

  3. Los escritories independientes podéis conseguir ingresos de vuestro trabajo literario, trabajando también como editoriales independientes y como distribuidores independientes. Es la tercera faceta del negocio editorial la más complicada. Pero ¿cuando ha sido fácil vender para un artista? Ahora estáis utilizando los medios digitales y estáis logrando lo impensable hace unos años. Como bien dices, Karina, un grupo de atrevidas como tú estáis haciendo un dinerillo vendiendo sus vuestras novelas. Estoy muy de acuerdo con tu receta; imaginación talento, trabajo, suerte, paciencia y publicar y publicar.

    Soy un lector poco convencional pero en la red soy conservador. Leí las diez primeras páginas de una novela, la compré y resultó que la autora era mucho más interesante como twittera que como novelista. Así que ahora no me fío del truco de las diez páginas y solo compro en Internet sobre seguro.

    Lo cierto es que, aunque sigue siendo dificilísimo ganar dinero de la literatura, el escenario ha cambiado. Ahora, por ejemplo, el ritmo de publicación es diferente. Dicen que la editorial de Stephen King le obligó a publicar bajo el seudónimo debido a su grafomanía enloquecida. Ahora esto no pasaría.

    En todo caso, muchísimas gracias por vuestras opiniones. Me encanta estar en contacto con escritores independientes como vosotros, porque estoy hasta las narices de la propaganda y el dominio rastrero de las multinacionales. La literatura para mi es otra cosa. Poesía, imaginación, pasión.

    Saludos 🙂

    1. Hola, Luis. Tienes razón, el escenario es distinto, pero no acaba de quedar muy claro a qué nivel o cómo está afectando a la industria. Hay quien dice que la autopublicación ha creado una clase media de escritores que pueden vivir de su trabajo si logran alcanzar una alta frecuencia de publicación y cierto éxito. Otros, sin embargo, lo que dicen es que los precios ridículos de la autopublicación han destruido a la clase media que vivía de la publicación tradicional.
      Si me preguntan hoy, respondería: en el mundo anglosajón sí se puede vivir de la escritura, bien sea autopublicando o bien aprovechando la publicación tradicional, aunque las cosas son más duras que antes y no van a mejorar. ¿En el mundo hispanohablante? Eso ya no lo tengo tan claro. Habrá excepciones, por supuesto, pero un escritor que pretenda pasar a formar parte de esa clase media a base de esfuerzo y tiempo, sin dar un bombazo editorial, lo tiene bastante difícil.
      ¡Un saludo!

  4. Hola, Víctor Selles.

    Deambulando en la red me encontré con tu blog.

    Hace poco le pedí a un escritor, de los que ayudan a otros, que por favor escribiera un post sobre el arte de escribir bestsellers. ¿Por qué ese tema precisamente? Bueno, siendo sinceros, todo el que escribe sueña con escribir libros que sean éxitos de librería. Nadie quiere pasar desapercibido, ¿o sí?

    Cuesta tanto trabajo escribir un libro que lo menos que cabe esperar es colocarse en la cresta de la ola. Es decir salir del anonimato con una obra trascendente. Es legítimo ese derecho, pero, tendremos la personalidad necesaria para hacerlo. No todos los bestsellers son obras de mala calidad, que conste. Y aun que no la tuvieran es todo un mérito destacarse.

    Ahora bien, los escritores no se dan en macetas, y hacen falta cualidades para serlo. Digo, para ser un profesional, tienes que ser bueno de verdad. De otra manera estás perdiendo tu tiempo. Escritores mediocres hay miles en todas partes. Son precisamente, quienes ofrecen cursos al vapor, los que promueven la idea que “cualquiera puede ser escritor”. Craso error.

    No, señores, ser escritor es ser un artista, y esto conlleva la vocación en los genes. Un actor no puede serlo solo porque quiere hacer una película o ser famoso. El pintor no pinta obras de arte solo porque lo sueña. Y lo mismo podemos decir del cantante o escultor. Tienen que tener creatividad, imaginación, talento, y eso difícilmente se aprende en las aulas.

    A raíz de la propagación de Internet me he percatado que cualquiera escribe libros. Todo mundo tiene un blog o desea escribir novelas. ¿Escribir novelas? Sí, claro, con la consiguiente multiplicación de obras de pésima calidad. Esto llevara a la frustración a millones de autores y lectores. Y luego se quejan que su libro no se vende.

    ¿Podríamos intentar determinar las cualidades de un best seller? Yo no he escrito ninguno pero aquí les va:

    1.- ¿Qué quiere leer el público que no encuentra en el mercado?

    2.- ¿Qué necesita leer para aficionarse por placer a la lectura?

    3.- ¿Los títulos de las librerías tienen la magia y encanto para seducirlos?

    4.- ¿Qué tienen en común los éxitos de librería que no tienen la mayoría de las novedades?

    5.- ¿El tema de tu novela tiene la fuerza suficiente para atraer a las masas? ¿Te imaginas una historia sobre futbol? ¡Guau!

    6.- ¿De veras quienes escriben best sellers son pésimos escritores? ¿O simplemente son más listos?… Lo suficiente para vivir de sus libros.

    7.- ¿Hay alguien que escriba que no sueñe con el éxito? Yo no conozco a ninguno. ¿Ustedes sí?

    Un placer conocerte y saludarte.

    1. Buenas, Cádiz. Muchas gracias por tu comentario.
      En mi humilde opinión (que es solamente eso, una opinión más) hay tantos tipos diferentes de escritores como de libros. Ni la creación de una obra artística está reñida con el éxito editorial, ni el éxito editorial garantiza las cualidades artísticas de una obra. Muchos escritores no han gozado de éxito profesional en vida y solo han sido encumbrados después de muertos y hoy nadie recuerda el nombre de otros que en su día vendían novelas como churros.
      En cuanto a los autores, los hay más artistas y más artesanos. Cada uno tiene sus aspiraciones. Todos querrán vender millones de libros, por supuesto, del mismo modo que todos querrán ganar la lotería un día de estos. Muchos, sin embargo, no escriben nada comercial porque escribir es un arte creativo, y limitarlo a lo que pide el mercado les resulta, o bien imposible, o al menos no deseable. Nadie sabe cuáles son los ingredientes de un best seller, y supongo que muchos tienen el anhelo de dar con la tecla adecuada en algún momento de su carrera. Escribir lo que uno cree que va a venderse el año próximo es arriesgado y además me parece un error.
      En fin, el tema es complicado y daría para mucho más. En cualquier caso, gracias por pasarte por aquí y dejar tu reflexión. ¡Un saludo!

  5. ¡Qué interesante artículo! Creo como muchos que el futuro editorial está en la impresión a demanda o POD. Ya sea por editorial o autopublicado, me imagino librerías llenas de títulos en su catálogo, con tecnología que pueda imprimir en el lapso de minutos. Es bueno para la industria, bueno para el medioambiente. Yo soy una de las tantas híbridas. Una vez al año publico algo con Planeta (en papel o digital), y a la vez publico otros cuatro o cinco títulos por mi cuenta (con más de un seudónimo). No aspiro a vivir de esto, más que nada por no confiar mi economía en algo tan fluctuante, así que lo considero una especie de pasatiempo redituable. Es decir: hago algo que me gusta y encima me pagan.
    Los autores demasiado prolíficos tenemos que diversificar tanto en los seudónimos como las formas de publicar para no saturar el mercado.
    En líneas generales puedo decir que me ha ido mejor por mi cuenta. Tal vez con la editorial venda más, pero autopublicada gano más pues se elimina un intermediario.
    Eso sí, la clave es invertir: en corrección, en la portada, y un poquito en publicidad.
    Me voy a suscribir a tu blog. ¡Éxitos!

    1. Pues sí, últimamente el modelo que parece funcionar mejor es el de escritor híbrido, el que utiliza a las editoriales para llegar a cierto público, pero consigue el grueso de ventas a través de plataformas digitales mediante la autopublicación. En ese sentido, tienes mucha suerte de ser tan prolífica. Yo estaría encantado de diversificar, pero mi ritmo de producción (qué mal suena dicho así, diablos) no es muy alto, y hoy por hoy no tendría mucho sentido.
      Muchas gracias por tu comentario, y también por suscribirte. Me alegro de que te hayas disfrutado con el artículo. ¡Un abrazo!

  6. Lo cierto es que no es fácil vivir de la literatura… yo escribo más bien por placer y porque es una actividad que me gusta realizar y con la que me relajo. Los libros que podemos encontrar en los grandes almacenes, si por curiosidad echamos un vistazo a los créditos que por norma figuran en la cuarta página nos encontraremos que han intervenido un diseñador de portadas, un corrector, un traductor y un maquetador… otro freno que nos encontramos para publicar si queremos que nuestra obra tenga mayor impacto: contratar todos estos servicios es un lujo que no podemos permitirnos, más que nada porque no estamos seguros si efectuar tal inversión merecerá la pena en el sentido de que los beneficios posteriores en el caso de que los haya llegará a cubrirla.
    Por estas razones servicios como Canva y Pixabay facilitan estas herramientas de ilustración y maquetación para aquellos escritores y aquellas escritoras -profesionales y aficionados/ as- que deseen una cubierta atractiva pero no quieran o no puedan pagar estos servicios. Por supuesto los que tienen la cartera llena y se lo pueden permitir lo criticarán: “al final el resultado se nota amateur…”, pero bueno, también hay amateurs que hacen las cosas bien. Lo que es la corrección del texto interior… según cómo también es cuestión de meterse. El día menos pensado casualmente le pescas el truco al word para poder hacerlo y te puede quedar un “señor libro” que ni tú mismo llegaste a imaginar que maquetarías.
    Saludos.

    1. Buenas, Ernesto. Me temo que publicar un libro con una calidad profesional supone en muchos de los casos una inversión económica. No es tan diferente de aquellos que arriesgan y montan una empresa, que requieren de un capital inicial. No siempre es posible, claro, y uno tiene que adaptarse a lo que hay, y hacerlo lo mejor que pueda dadas sus posibilidades. En ciertas ocasiones esto se puede suplir aumentando el número de horas dedicadas al proyecto, que no es algo que deba desdeñarse (el tiempo vale mucho, a veces incluso más que el dinero). Sea como sea, obtener un retorno para la inversión es bastante complicado, dada la coyuntura actual, tanto en tiempo como en dinero. Si uno piensa en cuánto tiempo ha dedicado a una novela y lo multiplica por el salario mínimo por hora, enseguida comprobará que es muy difícil que los beneficios justifiquen la inversión.
      En fin, es lo que hay. Adaptarse o morir, que dicen.
      Un saludo y muchas gracias por tu comentario.

  7. ¡Hola, Víctor!

    He leído con detenimiento tu artículo y todos los comentarios de escritores que bajo este se articulan. Lo cierto es que he llegado a parar aquí porque estoy en una etapa de mi vida en la que necesito hacer un cambio.

    Mi trabajo es ya de por sí creativo, pues dedico bastantes horas de mi jornada al diseño gráfico. Aun así considero que trabajar en una oficina no es lo mío. Y aunque le estoy agradecida a mis estudios porque puedo aplicarlos en tareas como la maquetación o el diseño de portada, desearía poder dedicar todo mi tiempo a lo que de verdad me hace feliz: la escritura.

    Tengo una duda real que me gustaría exponerte, pero antes quisiera aprovechar este comentario para compartir mi experiencia en la autopublicación:

    El año pasado «autoedité» mi primer título. Sí, autoedité. Mandé el manuscrito a una editorial, pero esta redireccionó mi propuesta a otra de la que no tenía ninguna referencia. Y lo que encontré allí me decepcionó sobremanera. Les había indicado que yo me encargaría de la portada (a pesar de que este servicio se incluía ya en el contrato), pero que esperaría con ansia su propuesta de maquetación. Fue un error y una pérdida de tiempo. Por no hablar de su supuesto servicio de “corrección”, el cual tuve que revisar, leyendo la obra en más de ocho ocasiones. Pues no solo no había sido corregida, sino que además le habían añadido erratas. ¿Cómo es eso posible?

    Al final su único trabajo consistió en registrar la obra y mandarla a imprimir, y hasta esto dejó mucho que desear. La imprenta que trabajaba con ellos hizo una entrega de ejemplares a una dirección que ni era mía, fuera de plazo, con la portada y contraportada manchadas de pegamento, con un mal acabado de hendido y unión de páginas, y con archivos que no eran los finales. Tuve que exigir una reimpresión que me dolió en el alma, y aun así volvieron a equivocarse y a entregar ejemplares defectuosos.

    Quiero aclarar que soy una persona perfeccionista, que no déspota, así que nunca desmerecería un trabajo hecho con voluntad y cariño. Pero el servicio que daba esta editorial carecía de ambas cosas. Por no hablar de las faltas de respeto que llegué a leer hacia mí, al recibir un correo por error que contenía un hilo de mensajes anteriores. En resumen, un desastre y una falta de profesionalidad por todos lados.

    Con todo, parecerá que detesto mi libro y que me arrepiento de todas mis decisiones. Pero no. Lo amo, y amo cada hora que en él dediqué. No solo en su escritura y diseño, sino también en su booktrailer, mi página web posterior, los carteles promocionales… Y no cambiaría nada de esta experiencia porque me hizo aprender. Aun así, me entristece el panorama, porque empresas como esta de autopublicación saturan el mercado con obras mediocres y encima mal acabadas, labrándonos una reputación indeseable de escritores «poco serios», tanto para los que acabamos en malas manos como para los que no.

    He de decir que, aunque entristecida, me siento personalmente orgullosa, por haber podido paliar en gran medida las carencias con las que en aquella editorial me encontré. Pero al mismo tiempo este suceso me ha hecho darme cuenta de algo (y aquí viene mi pregunta).

    Quiero vivir de la escritura, sí, pero como ya habéis estado diciendo, pinta mal. Así que: ¿cómo puedo dedicarme a revisar textos, hacer portadas…? ¿Hay oferta laboral en España para trabajar en editoriales? ¿Son trabajos flexibles y/o telemáticos? ¿Se pueden recibir encargos pequeños y monetizarlos? Estuve curioseando algunas páginas que prometían un funcionamiento similar para profesionales freelance, pero no he comprobado su fiabilidad aún, ni indagado del todo.

    Estoy convencida de que en mi popurrí de preguntas se puede apreciar lo perdida que me encuentro. Lo dejaría todo y me encerraría en mi cuarto a terminar mi novela y a escribir esos relatos breves con los que tanto disfruto, pero el alquiler y las facturas no me lo permiten, y tras un año no logré vender ni la mitad de mi tirada (ya de por sí muy baja). Aun así espero no haber desmotivado a nadie con mi comentario. Al revés, ojalá les dé fuerza. La vida no es fácil pero hay que luchar por lo que uno quiere. Y eso mismo voy a seguir haciendo, hasta que muera.

    Por último, me pareció muy interesante y tentadora la idea de Patreon. Pero como ya habéis comentado, requiere de un público previo que te respalde. Y yo no tengo ninguno. Últimamente estoy tratando de ganar más presencia en redes, porque en los años que corren la influencia parece estar al alcance de todos. Será cuestión de perseverar…

    En cuanto a ti, Víctor, te deseo muchos éxitos. Por lo pronto «Lengua de pájaros» ha captado toda mi atención, y muy pronto me haré con mi ejemplar de tapa dura en Amazon.

    Gracias por tu contenido, un abrazo.

  8. Hola Víctor!

    Excelente artículo. La verdad es que me ha venido bien toparme contigo. Coincido en muchas cosas que dices y me alegra de encontrar a alguien que habla sobre la realidad porque creo que en este mundo hay mucho alimentador de sueños. Me explico. Diría que la mayoría de los escritores soñamos con vivir de ello y pensamos que es posible. Lamentablemente, con el paso del tiempo, te das cuenta de que este mundo está lleno de estafadores y de que el que más debería ganar es el que más pierde, o sea, el autor.

    Yo soy una de esas autoras que escribe desde pequeña. Lo hacía por amor a la literatura, pero era consciente de que necesitaría un golpe de suerte o un milagro para poder ser como una de esas autoras de película, que viajan de un sitio a otro, saludando a lectores y vendiendo libros por doquier… vamos… película. Cuando empecé en este mundo iba ciega e ignorante y caí en la trampa de la coedición y la maquetación entre otras cosas fué un fiasco. Mandé la novela a varias editoriales. Las que contestaban me proponía contratos dudosos o participación en colecciones a cambio de una venta anticipada de ejemplares. Juegan con nuestros sueños y, al principio, como vas con la ingenuidad de un niño, te la dan.

    Fue por eso que decidí comenzar a autoplicarme y como dices, es toda una inversión. Sin embargo, me produce cierta satisfacción porque estoy apostando por mí y tengo total control de la cantidad que quiero y puedo invertir, además del control en la calidad, lo que incluye: maquetación, portada, corrección. En este punto, debo confesar que, como novata que era, pensé que sería subir el libro a Amazon y que comenzara a venderse como las rosquillas… de nuevo error. Entonces probé con eso de: Cuantos más peces en el río, más fácil será pescar uno. Y a día de hoy tengo unos cuantos libros publicados. Evidentemente, la evolución se nota en todos los aspectos.

    ¿Aspiro algún día a vivir plenamente de ello? Pues he medio asumido que es poco probable, sin embargo, sí aspiro a poder dedicarle más tiempo y sacar al menos un medio sueldo. No puedo presumir que por ahora tenga unas ventas como para tirar cohetes, pero voy mejorando y eso es gratificante.

    Yo escribo por vocación, no porque quiera hacerme rica. Pero sería fantástico que el tiempo que dedicas a algo que, en teoría, se te da bien y lo disfrutas y, encima, haces disfrutar a otros, fuera recompensado.

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