Si sois compañeros blogueros o administráis alguna página web, probablemente estéis familiarizados con las siglas LOPD y RGPD. De lo contrario, igual os suena a chino, pero seguro que lleváis un par de semanas recibiendo correos a mansalva de un montón de Newsletters y compañías, bien avisándoos de que se han producido cambios en las políticas de privacidad, bien solicitándoos que volváis a suscribiros a las listas de correo.
Os lo explico de forma muy resumida: hay un nuevo reglamento en materia de protección de datos que entra en vigor el 25 de mayo y que nos afecta a todos, tanto a los usuarios como a los administradores de las páginas web. Así pues, desde la gran empresa de seguros que gestiona datos médicos de pacientes hasta el blog más humilde, todos debemos adaptarnos para cumplir la legislación.
Este fin de semana, aunque hacía sol y tenía ganas de salir al jardín a tumbarme con un buen libro, decidí quedarme dentro y adaptar el blog a la ley. Puede parecer sencillo, pero no lo es, porque existe mucha confusión y mucha información contradictoria, y cada web es un mundo y lo que uno consigue de una manera el otro lo consigue de otra manera distinta.
¿Qué cambios se han producido en esta web?
Para empezar, en la esquina inferior derecha, junto a la información sobre las cookies verás dos nuevas secciones llamadas “Aviso Legal” y “Política de Privacidad”.
Más importante que eso: si te fijas en la sección de comentarios, verás que ahora, para poder comentar, necesitas marcar la casilla de abajo, donde dice que debes aceptar la política de privacidad.
Después del botón de “publicar” tienes algo más de información. Entre otras cosas, quién soy, dónde se van a almacenar tus datos y los derechos que te corresponden. Es decir, que si un día ya no quieres que uno de tus comentarios siga en línea, solo tienes que informarme y lo retiraré.
No es que yo quiera esa información para nada, ni que este blog sea diferente de cualquier otro. WordPress pide el correo electrónico de los usuarios que comentan para identificarlos y evitar el spam, y la dirección se almacena allí donde está alojada la web. En mi caso, en los servidores de HostGator; en el de otros será WebEmpresa o GoDaddy o el proveedor de servicios que sea. No tiene más misterio.
El otro cambio importante es el relativo a la Newsletter. Ahora la Newsletter también tiene que adaptarse a la ley y pedir confirmación activa por tu parte e informar al suscriptor de sus derechos.
Si nunca te has suscrito igual no lo sabes, pero antes había un cajetín de suscripción debajo de cada una de mis entradas, donde el bueno de Bukowski hacía las veces de cartero. Si te suscribías al blog, yo te enviaba un correo electrónico con contenido extra e información que considerara interesante.
No he sido muy constante, la verdad, porque no me daba la vida para todo, pero he enviado unas cuantas y tenía (tengo) el firme propósito de volver a hacerlo de forma regular a partir de septiembre, porque se avecinan bastantes cambios importantes a muchos niveles, tanto en lo personal como en lo profesional.
Para cualquier escritor, la Newsletter es su herramienta más poderosa y debe cuidar y mimar a sus suscriptores porque son la base de sus lectores y su público más fiel. No lo digo yo, lo dice gente que sabe mucho más que yo.
Vale, muy bien ¿pero por qué dices que la has liado?
Vale, ya voy. Estaba a punto de terminar con la adaptación, había creado los segmentos en mi gestor de correos electrónicos de MailChimp, etcétera, etcétera. El siguiente paso iba a ser enviaros un correo a todos informándoos de que, para seguir recibiendo información de esta web, debíais seguir un enlace y marcar la casilla de confirmación, como está haciendo todo el mundo.
Y de pronto, sin querer y trasteando con las listas, borré la lista completa de suscriptores.
995 suscriptores borrados para SIEMPRE. ¡Puf! Adiós.
No os podéis imaginar la sensación que se me quedó en el cuerpo. Para que os hagáis una idea, han sido cinco años de trabajo perdidos creando la lista desde que empecé con la primera versión de este blog.
Cinco años publicando contenido de manera regular, tratando de ganar suscriptores, que llegan, semana tras semana, como un goteo. Todo esto sin producir básicamente ningún beneficio económico, haciéndolo en mi tiempo libre, como nos pasa a una gran mayoría de blogueros.
Resulta que en MailChimp, que es el servicio que utilizo para gestionar mi newsletter, si creas una copia de una lista y luego borras a los suscriptores de esa copia, se borran de las dos.
Muy lógico todo.
¿Y ahora qué?
Pues ahora, nada. Toca volver a empezar desde cero y dar las gracias porque al menos yo, al contrario que otra gente, no vivo ni dependo de mi lista de suscriptores para pagar la hipoteca. Como no tiene sentido quedarme lamentándome en un rincón, lo único que queda por hacer es seguir trabajando como hasta ahora y tratar de hacer las cosas lo mejor posible.
Así que, lo primero de todo, si eras suscriptor de mi blog, te pido disculpas.
Tanto si ya eras un antiguo suscriptor como si no lo eras pero quieres apuntarte, debes hacerlo otra vez a través en este enlace. Es exactamente igual que antes. Siempre has podido borrarte de la lista desde cualquier correo que te he enviado y en cualquier momento. La diferencia es que ahora tienes un par de casillas extra de verificación que lo hacen todo un poco más complicado.
Te explico los pasos uno a uno, para que no te pierdas:
1) Visita este enlace y rellena el campo de correo electrónico.
2) Asegúrate de marcar el botón “He leído y acepto la Política de Privacidad”. Si no lo haces, el formulario no te dejará suscribirte.
3) Asegúrate también de marcar al menos una de las dos casillas de la sección “Intereses” que hay más abajo, bien “nuevos lanzamientos y servicios”, bien “contenido exclusivo”. También puedes marcar ambas casillas. En cualquier caso, nunca envío más de un correo a la semana, aunque te apuntes a ambas.
4) Cuando le des al botón suscribir, te pedirá identificarte como humano. Después te enviará un correo electrónico de confirmación a la dirección que hayas indicado (que es otra obligación que ahora establece la legislación). Si no lo ves en tu bandeja de entrada, asegúrate de mirar también en la carpeta de spam, porque muchas veces acaba allí. Solo cuando lo confirmes estarás suscrito a la lista.
Sí, ya lo sé, es un rollo. La culpa es de toda esa basura de spam y de marketing masivo y asqueroso con el que nos han estado bombardeando durante todos estos años. Sé que no voy a recuperar mis 995 suscriptores. No creo que llegue a superar ni la mitad de esa cifra en mucho tiempo.
Pero vamos a tratar de verlo desde un punto de vista positivo. Si has llegado hasta aquí y has hecho todos los pasos necesarios para volver a suscribirte, significa que de verdad te interesa la Newsletter y quieres saber de mí.
Esos son los suscriptores que realmente importan.
Y por mi parte, nada más. La semana que viene volveré con nuevos contenidos para el blog y espero que mejores noticias. ¡Un abrazo!
Escritor de ficción especulativa, slipstream y novela negra. Bloguero inquieto (e inquietante) también se dedica a la traducción y realiza informes editoriales. Le gusta desmontar historias para ver cómo funcionan por dentro, aunque luego no sepa armarlas de nuevo. Autor de Lengua de pájaros, Duramadre y Fantasmas de verde jade (todas con Obscura Editorial).
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