Por desgracia, los escritores cuando mueren no dejan atrás gran cosa (aparte de su producción literaria). Dejan, eso sí, bastantes propiedades mundanas: La casa en la que nacieron, el estudio donde escribieron tal o cual novela y su tumba, en la que pueden haber ordenado grabar un epitafio más o menos ingenioso. Vamos, como cualquiera. Sus cartas, sus manuscritos […]
Leer más