Elegir buenos libros es difícil, ya estemos buscando una obra de arte o entretenimiento escapista. Las novelas malas le quitan a uno las ganas de leer y, a poco que se descuide, hasta las ganas de vivir.
Hoy existe una cantidad absolutamente desproporcionada de blogs literarios en Internet y de autores que nos gritan que si compramos su novela no nos arrepentiremos. El problema es que los escritores son mentirosos profesionales y que a menudo los blogs terminan siendo excusas para que su propietario se beneficie de los libros gratis que las editoriales destinan a la promoción. Incluso aquellos que llevan a cabo reseñas más concienzudas suelen evitar la crítica negativa, que es comprensible pero perjudica al lector.
Hay muchas excepciones notorias, pero el volumen de blogs literarios en la red es tan alto que resulta difícil encontrar el grano entre tanta paja. Además, hay que informarse bien sobre quién está firmando una reseña y qué criterios sigue para valorar las novelas.
Por eso, para encontrar buenos libros, es mucho mejor formar tu propio círculo de prescriptores personal. Si lo haces bien, el proceso te resultará mucho más fácil.
¿Es difícil elegir buenos libros?
¿Qué es lo que motiva a un lector a elegir un libro por encima de todos los demás? Los editores tienen un montón de teorías al respecto. Por eso, los buenos editores se preocupan mucho de que las obras de su catálogo posean títulos y portadas atractivos y una sinopsis de contraportada sugerente.
Estos esfuerzos van lógicamente encaminados a generar ventas, por eso forman parte del envoltorio de la obra. Son como el papel de regalo: apenas nos dice nada sobre lo que esconde el interior.
La verdad es que a los lectores todo eso no nos sirve de mucho. La elección del libro tras considerar todos esos elementos sigue siendo un salto a ciegas, pues depende de factores extraliterarios.
¿Es la sinopsis de La Carretera de Cormac McCarthy suficiente? Para mí, no. Hay millones de novelas pos-apocalípticas que parten del mismo argumento. Por eso, tengo que conocer previamente a McCarthy para decidirme a comprar este libro que, además, en la portada de la edición de bolsillo, muestra una fotografía de… Sí, una carretera (o una portada prácticamente negra, sin más).
En general, solemos comprar sobre todo libros de los mismos autores cuyas novelas anteriores nos han gustado. Sabemos que no van a defraudarnos, o no mucho. Luego, cuando abandonamos este espacio de confort, a veces encadenamos un libro insufrible tras otro, y no entendemos por qué. ¿Hemos tenido mala suerte? ¿Estamos jugando a la lotería de Sturgeon, cayendo una y otra vez en ese 90% de novelas que son basura? ¿O simplemente no sabemos elegir buenos libros?
Lo general frente a lo particular
No nos interesan las loas que con frecuencia afean las contraportadas de las novelas ni los premios que hayan podido ganar. Tampoco podemos fiarnos de las fajas ni de los artículos de amigos del autor, ni de los críticos literarios de la prensa generalista americana o de las reseñas pagadas en Kirkus a precio de oro. Nos da lo mismo que se trate de «el debut literario del año» o de «una obra imprescindible», o que el autor sea «el nuevo Stephen King» o «una mezcla perfecta entre Charles Dickens y Bram Stoker». No nos interesa, porque eso es marketing, y si el marketing fuera verdad todas las novelas serían maravillosas y rompedoras y sabemos que eso dista mucho de ser cierto.
Así que, como ocurría con los ejemplos del apartado anterior, debemos ignorar aquellas opiniones de gente que tienen un interés personal en que compremos el libro: autor, editor, amiguetes del autor, reseñadores que solo quieren que les sigan enviando libros gratis, etcétera.
¿Pero qué hacemos con las opiniones de los ciudadanos de a pie, o sea, de los lectores? Yo creo que lo único que hacen es multiplicar el problema: en vez de un indocumentado valorando un libro, tenemos muchos. En vez de reseñas, tenemos opiniones y estrellitas. Por eso, fiarse de las webs como Goodreads o Amazon que hacen un balance entre varias opiniones (a veces son tres o cuatro, a veces son miles, depende de la popularidad del autor en cuestión) suele producir resultados mediocres.
A mí me parece que no necesitamos los gritos de miles de personas recomendando miles de libros —dar el mismo valor a todas las opiniones es una de las peores cosas que nos ha dado Internet—, sino un pequeño grupo de personas en las que podamos confiar. Voy a llamar a este puñado de elegidos, el círculo de prescriptores personal.
Crea tu círculo de prescriptores personal
Hemos llegado a la clave del asunto. ¿Nos vale cualquier opinión informada? En absoluto. Necesitamos prescriptores confiables y con bagaje lector. No solo buscamos a alguien que recomiende buenos libros, sino alguien que filtre entre todos esos libros buenos aquellos que puedan ser de nuestro gusto.
En primer lugar, podemos encontrar a estos prescriptores entre amigos, libreros y reseñistas cuyo criterio sea similar al nuestro; pero de verdad. Tengo contactos de Facebook con unos conocimientos literarios vastísimos (el escritor Armando Boix, por poner un ejemplo, o el especialista en novela negra, policíaca y victoriana, Juan Mari Barasorda). Son una mina de oro como punto de partida para elegir buenos libros, no solo por tratarse de expertos en el tema, sino sobre todo porque sus gustos coinciden con los míos.
Esta sería la respuesta obvia, pero hay más opciones. A pesar de lo defendido anteriormente, un premio literario, un escritor o una editorial también se pueden convertir en excelentes prescriptores. Eso sí, hay que aprender a ir más allá de los puros intereses comerciales y la recomendación fácil.
Aquí van unas cuantas ideas para encontrar prescriptores:
Editoriales: Las editoriales suelen tener en plantilla una o varias personas que eligen qué libros van a publicar en cada una de sus colecciones. Es lo que se conoce como línea editorial. En general, me he dado cuenta de que muchos lectores siguen a ciertos escritores, pero muy pocos hacen lo mismo con las editoriales, quizá porque no se paran a pensar que detrás de una colección hay una persona que está seleccionando contenidos de forma consciente.
Aunque suene extraño, yo soy muy fan de determinados editores porque sé que se desviven por publicar libros que a mí, en particular, pueden interesarme. Así pues, si lees dos o tres libros de diferentes autores que pertenecen a una misma colección, es muy posible que también disfrutes de otros títulos publicados en la misma.
Generaciones: A menudo una generación de escritores tiene más de marketing que de realidad, pues en ellas se mezclan autores con inquietudes y trayectorias muy distintas, a veces reunidos en un artículo o una portada por una simple cuestión de edad. Pero las generaciones literarias también pueden tener su utilidad. Los autores de la generación perdida, el Brat Pack, la generación del 36 o la llamada generación Kronen pueden guardar ciertos parecidos estilísticos o temáticos.
Películas y series: A pesar de la importancia cultural que ahora reciben las películas y sobre todo las series de televisión, a muy pocos lectores de verdad se les escapa que la mayoría de los productos audiovisuales empezaron su aventura como una novela cuyos derechos acabó comprando una productora. Así pues, si te ha gustado mucho una película o serie, ¿por qué no investigar un poco sobre el novelista que se esconde detrás de esa historia que tanto has disfrutado?
Es verdad que a veces las adaptaciones alteran mucho la obra original, pero quizá merezca la pena echar un vistazo y, tal vez, leer otra obra distinta a aquella en la que se basó tu película favorita para evitar comparaciones.
Premios literarios: En teoría, los premios literarios deberían una buena solución para encontrar lecturas. De hecho, mucha gente lo hace; por eso el Premio Alfaguara se sigue vendiendo tan bien. Al margen de la eterna discusión sobre la relevancia de los premios literarios y los tejemanejes de las grandes esferas, hay que volver a incidir en lo mismo: no vale cualquier concurso. Debemos tomar como referencia concursos que premien lecturas que coincidan con nuestros gustos literarios, independientemente de la forma en la que se decida el ganador.
Por ejemplo, y a pesar de todos sus detractores, a mí el Premio Nobel de Literatura me gusta un montón. Aunque no disfrute de todos los autores que lo han ganado, sí me parece que a todos ellos merece la pena leerlos al menos una vez. Y muchos son maravillosos. ¿Qué otro premio literario puede jactarse de tener entre sus ganadores autores de la talla de Hemingway, Ishiguro, Gabriel García Márquez, Vargas Llosa, Kipling, Hermann Hesse, Faulkner, Camus, Sartre y un largo etcétera?
Medios especializados en un solo género: Si eres aficionado a un único género literario, puedes recurrir a ciertas publicaciones y webs especializadas para elegir nuevos libros. Por ejemplo, para fantasía, ciencia-ficción, terror y lecturas limítrofes está la revista Windumanoth o la web de Fantífica. Para novela negra tenemos Solo Novela Negra y las revistas Fiat Lux y Calibre .38.
Sin embargo, muchos picoteamos de todas partes, y es muy difícil estar al día y decidir qué novedades comprar. Para esto también hay opciones más generalistas, como la revista QuéLeer o la web Zenda Libros. El problema es que, aunque abordan la literatura de un modo más general, siempre tienden a tratar el mismo tipo de obras. No hay que olvidar que los medios, al igual que las editoriales, también siguen una determinada línea editorial.
Los clásicos y el canon: El canon literario no deja de ser una lista de autores seleccionados por un grupo de expertos en crítica literaria. En general, podemos esperar un nivel de calidad alto de cualquier canon (no solo está el anglosajón, se nos suele olvidar que hay muchos otros), sobre todo a nivel estético. Si hemos disfrutado con algunos de los autores incluidos en el canon, es posible que también lo hagamos con otros que formen parte de la misma lista.
Escritores: A veces, cuando los escritores en redes no enardecen/indignan a sus seguidores con soflamas políticas o publican fotos de cervezas o tostadas con aguacate, hablan de libros. Incluso en raras ocasiones de libros que no son suyos. Y, si no es a través de las redes sociales, siempre hay entrevistas. Casi todas incluyen una pregunta sobre las influencias del autor y sobre qué libros recomendaría o está leyendo en ese momento. Recomiendo especialmente las entrevistas en profundidad al estilo de las que hacen en JotDown.
Esto es importante porque, tanto las influencias de un escritor como aquellos libros de los que disfruta como lector, suelen tener ciertos puntos en común con su obra. Si nos gusta el trabajo de un autor es muy posible que también disfrutemos no solo de aquello que le ha influenciado, sino también de aquello que le gusta leer. Por ejemplo, una de las influencias más importantes del escritor español Emilio Bueso es Chuck Palahniuk. Esa fue la razón por la que empecé a leer a Bueso. A su vez, fue Bueso quien me descubrió al autor argentino Rafael Pinedo, y gracias a que me interesé por leer entrevistas a Palahniuk fue como conocí a su mentor, Tom Spanbauer, que rápidamente se convirtió en otro de mis autores favoritos.
Conclusiones
Para elegir buenos libros, la idea es ir más allá del reclamo fácil y de la mercadotecnia de la industria editorial por un lado y, por otro, escapar de las recomendaciones inanes de personas con las que no tenemos nada en común. Podemos ser fanáticos de la novela histórica, o de la fantasía, o de la ciencia-ficción, y no coincidir en gustos con otros aficionados o incluso con muchos especialistas.
Si estás harto de comprar novelas que todo el mundo considera «imprescindibles» (pero que no te lo parecen) y quieres elegir buenos libros (los que tú disfrutas al margen de lo que opinen los demás) haz tu propia lista de prescriptores de confianza. No te faltarán lecturas.
¿Y tú? ¿Cómo eliges los próximos libros que quieres leer?
Escritor de ficción especulativa, slipstream y novela negra. Bloguero inquieto (e inquietante) también se dedica a la traducción y realiza informes editoriales. Le gusta desmontar historias para ver cómo funcionan por dentro, aunque luego no sepa armarlas de nuevo. Autor de Lengua de pájaros, Duramadre y Fantasmas de verde jade (todas con Obscura Editorial).
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