Hoy quiero hablaros de una práctica sorprendentemente desconocida no solo entre los lectores, sino también entre muchos escritores: las devoluciones en el mundo editorial. Antes de hacer juicios de valor sobre los editores (que casi siempre se llevan la peor parte cuando un escritor pone el grito en el cielo) debemos aprender cómo funciona el sector por dentro. Así podremos entender el porqué de algunas decisiones de las editoriales y también que cada uno (editores, libreros, escritores, lectores, imprentas, distribuidores, etc.) está viviendo la crisis de un modo u otro y tiene sus propios problemas con los que debe lidiar.
La devolución de los ejemplares no vendidos es un derecho de las librerías en España, y en la mayor parte del mundo. Esta práctica, que a priori puede resultarnos bastante extraña pues no se da en otras industrias, tuvo su origen durante la Gran Depresión en Estados Unidos. En aquella época las librerías no querían comprar los libros “en firme”, porque les parecía muy arriesgado, y por ello los editores aceptaron la posibilidad de que pudieran devolverles los ejemplares no vendidos.
Las consecuencias de esto son que hoy día, cuando un distribuidor hace una entrega de libros de una editorial a una librería, suele hacerlo en concepto de depósito. De este modo, los ejemplares ocupan las estanterías durante dos o tres meses. Si no les ha dado salida para entonces, se devuelven. Hay que entender esta práctica, porque los márgenes de beneficio de los libreros tradicionales son muy escasos (alrededor de un 30%) y la mayoría de las veces no se la van a jugar adquiriendo ejemplares para su fondo que no saben si venderán o no algún día.
¿Repercusiones? Son obvias: A los libreros se les quita el miedo a pedir libros. Y, por otro lado, los editores producenstocks masivos —esto reduce el precio por ejemplar— y los envían a todas partes para garantizar que tengan presencia en las estanterías. La mejor forma de vender una novela es la visibilidad: que esté en todas partes y en primera fila. ¿Pero qué pasa?
- Que esta práctica perjudica enormemente a las editoriales de small press, que solo pueden asumir tiradas pequeñas y que no tienen una nave industrial para almacenar millares de libros.
- Que esta práctica perjudica los long sellers y favorece la alta rotación (si querías saber por qué la vida media de un libro es de tres o cuatro meses, aquí tienes una buena razón), lo que de nuevo perjudica a las editoriales de small press, que en muchos casos basan sus beneficios precisamente en los long sellers.
- Y que, en resumen, gana el best-sellery las grandes editoriales, y pierden todos los demás.
Aunque el sufrido editor consiga colocar su catálogo en las librerías, a finales de mes tendrá que descontar de sus ganancias el importe de las devoluciones: El saldo puede ser positivo ¡O incluso negativo! ¿Es justo que el editor tenga que hacerse responsable de las ventas en el último punto de la cadena, que es la librería? ¿Tiene sentido (siquiera desde un punto de vista ecológico) tener un flujo constante de furgonetas llevando y trayendo libros? ¿Y tiene sentido producir miles y miles de libros que luego acabarán siendo pasto de las llamas cuando los almacenes estén llenos? Pues no, no parece muy justo ni tener mucho sentido, pero hoy por hoy así es como funciona.
Ahora bien, suprimir este derecho de los libreros también tendría consecuencias negativas. Por ejemplo:
1. Las librerías arriesgarían menos, y sólo pedirían best sellers a las editoriales o libros que se venden siempre, es decir, que ya tienen una trayectoria confirmada de ventas a largo plazo.
2. Las oportunidades para los escritores noveles serían aún más difíciles de encontrar, pues el riesgo sería compartido entre editores y libreros, con la incertidumbre que eso produce.
3. La crisis del sector se agravaría para las librerías, lo que supondría un desastre en el caso de los pequeños comerciantes. Quizá muchas de las librerías que siguen abiertas lo hacen gracias precisamente a esta política de devoluciones.
Sabiendo todo esto, se puede entender mucho mejor por qué la vida media de un libro es de tres o cuatro meses desde su lanzamiento. Pasado este tiempo, si no se ha vendido, los libreros devuelven los ejemplares restantes al editor, y dejan las estanterías libres para la siguiente novedad. Pocos serán los libreros que pidan otra vez el mismo libro, a no ser que lo demande uno de sus clientes. Y como editor, resulta muy difícil seguir apostando por un libro que ya ha tenido su vida útil y no ha alcanzado las expectativas, a pesar de tener el almacén lleno de ejemplares que no ha podido colocar.
¿Y a vosotros, qué os parece el asunto de la devolución de ejemplares? ¿Es una práctica anacrónica? ¿Tiene sentido mantenerla o el libro debería funcionar como cualquier otro producto en el mercado?
Escritor de ficción especulativa, slipstream y novela negra. Bloguero inquieto (e inquietante) también se dedica a la traducción y realiza informes editoriales. Le gusta desmontar historias para ver cómo funcionan por dentro, aunque luego no sepa armarlas de nuevo. Autor de Lengua de pájaros, Duramadre y Fantasmas de verde jade (todas con Obscura Editorial).
Yo sí conocía el sistema, pero no sé decidirme por una u otra opción. Ambas, como dices, ambas conllevan riesgos.
Lo que está claro es que el mundo del libro está dando un cambio brutal y que el entramado editorial parece no estar dándose cuenta. Sin embargo, creo que ese cambio es arrollador, es como una apisonadora: nada lo va a detener; de modo que de aquí a no sé cuánto, si mucho o poco, viviremos en un nuevo universo bibliográfico.
Otro tema interesante a tratar, aunque éste no es el momento, claro, es el papel que desempeñan los distribuidores y, sobre todo, el inmenso porcentaje que se llevan con respecto a la labor que desarrollan en el negocio del libro.
Muy buen artículo. He estado liada estas semanas y ya tenía ganas de pasarme por aquí. Como siempre, me llevo un buen texto leído y algo interesante en lo que pensar 🙂
Feliz domingo.
Por cierto, me gusta mucho la nueva disposición del blog. Estéticamente el otro también estaba muy bien, pero creo que en éste se navega mejor 🙂
Hola Ana. Sospecho que pienso igual que tú con respecto a los distribuidores, pero en cualquier caso es un tema interesante. La política de las devoluciones les favorece mucho, desde luego. Supongo que la edición digital también debe estar mermando sus beneficios, aunque no he encontrado mucha información sobre el tema.
Me alegro de haber conseguido mejorar la navegabilidad del blog. Me encantaba cómo estaba antes, pero enseguida me di cuenta de que las dichosas vistas dinámicas de Blogger son un regalo envenenado: En cuanto quieres cambiar algo, todo son problemas. Con la vuelta a la vista clásica he podido meter lo de las suscripciones, la caja de “te puede interesar”, etc., que ya consideraba imprescindible…
Como siempre, muy interesantes tus aportaciones y un placer leerte por aquí.
Hola Víctor.
Como tú bien dices, ambas opciones tienen sus pros y sus contras. Está claro que las grandes editoriales son las que se llevan la parte del león en ambos casos. Y contra eso poco o nada se puede hacer. De momento.
Estoy con Ana en que el mundo editorial está sufriendo unos cambios bestiales, y como en toda crisis que se precie, unos saldrán fortalecidos y otros simplemente desaparecerán engullidos por los nuevos tiempos.
Yo, que he leído mucho veneno soltado por la boca de escritores rebotados por las políticas abusivas de algunas editoriales, abogo por un nuevo modelo de negocio: el del escritor/editor/distribuidor. Si hubiese una manera económicamente viable de hacer llegar a tus posibles lectores/compradores tu libro, eliminaríamos de un plumazo a todos los intermediarios, que al fin y al cabo son los que encarecen el producto. No es de recibo que un escritor, que al fin y al cabo es el artífice de la obra en sí, sea el que menos porcentaje obtenga de la tarta. Y encima, con el agravante de ser el eslabón más débil de la cadena.
Si el futuro quedase reducido a los e-books, adiós editoriales. Y créeme, no seré yo quien derrame una lágrima por muchas de ellas.
Un abrazo, Víctor. Y otro para ti, Ana.
Hola Pedro.
Estoy de acuerdo contigo. La presencia de tantos intermediarios encarece demasiado el producto, y revierte muy negativamente en el autor, que encima es el que menos tajada saca. Es verdad que de todos los participantes del mundo editorial, es el escritor el que más difícil tiene vivir de esto (con su 10% tiene que vender muchos más ejemplares para ello que el editor, que saca un 30% de beneficios y puede editar más libros al año de los que el escritor puede escribir). Si consideramos que el escritor debería cobrar al menos el sueldo mínimo por cada hora que se pasa escribiendo, y lo comparamos con los beneficios que percibe al final con su producto, obviamente no salen las cuentas. ¿Lo peor de todo? Que muchas veces las cuentas no salen AUNQUE EL LIBRO SEA UN ÉXITO.
Eso sí, el papel del editor me sigue pareciendo, si no imprescindible, casi. Con esto no voy en contra de la autoedición —ya me conoces—, pero el tiempo de promoción y marketing, de maquetación, de revisión, etc. que se le pide al escritor autopublicado no todas las personas pueden hacerlo (o saben hacerlo, vaya). La otra opción, que es pagar por todos estos servicios a profesionales, no todos pueden permitírsela cuando con los libros autopublicados pasa otro tanto: la gran mayoría no son un éxito y cuesta mucho recuperar esta inversión.
El e-book es un producto muy fuerte, pero ahora mismo parece haberse estancado y no pasa del 20% de las ventas totales (esta estadística la digo de memoria, pero creo que por ahí andaba). La mayoría de la gente sigue prefiriendo el papel.
En resumen, que yo sí creo que el papel de las editoriales es importante. Para mí, en un mundo ideal, el escritor escribiría y el editor editaría. Pero eso sí, es necesario hacer cambios en el modelo actual.
Un abrazo a ti también.
Me lo he leído bien pero no he encontrado mi pregunta. Al cesar un negocio y devolver los libros en deposito a quien te los sirvió, tienen que devolverte el precio que te cobraron por ellos en su día, caso de cuatro meses, por cese del negocio o cada distribuidor puede seguir las reglas que el quiera
Pues hay distribuidores que ya lo han hecho y otros que dicen ” que ellos no devuelven nunca el dinero, solo abonos ” aunque sea cese del negocio
Hola, Jaime. Me temo que no soy librero y no puedo responder a esa pregunta. Con un poco de suerte, igual alguien que te lea por aquí sabe la respuesta. Un abrazo.
Mi editorial me dice que el saldo es negativo porque por ejemplo han vendido 15 libros en Amazon pero han devuelto 20 de las librerías. Si me corresponde el 10% no entiendo que no se me paguen esos 15 euros. El editor dispondrá de nuevo de los libros devueltos para ofrecerlos a otra librería. Si no ¿Quién se ve beneficiado de los 15 libros vendidos?
Gracias
No lo entiendo muy bien. El saldo será negativo para la editorial, pero no para ti. Tú deberías cobrar el porcentaje que te corresponda (el 10%) por cada libro vendido en Amazon o donde sea. Las librerías devuelven libros constantemente. Son libros que no se han vendido, por lo que tú no cobras nada por ellos, y la editorial tiene que cargar con los gastos de la devolución y el correspondiente almacenamiento. Todo eso reduce su margen de beneficio, que ronda en torno al 30% del precio de cada libro. Así que, efectivamente, la editorial puede tener saldo negativo al final, pero tú, no.