En Hollywood existe una figura que recibe el nombre de script doctor y cuyo papel es identificar los puntos débiles de un guion cinematográfico. El nombre resulta apropiado: el manuscrito es como un «paciente» con un problema que acude al médico para que le ayude. Pero para curarlo, el doctor necesita conocer los síntomas, hacer un diagnóstico y, solo al final, prescribir un tratamiento. La pega de muchos manuales y libros de escritura es que se centran en el tratamiento, sin abordar la «exploración del paciente».
The Screenwriter’s Problem Solver, de Syd Field, es un libro que tiene el objetivo de enseñarnos a localizar los problemas que plagan nuestras historias y que muchas veces no conseguimos encontrar. En este artículo voy a explicarte su método.
Los problemas de tu novela
Has terminado de escribir el primer borrador de tu historia y te has percatado de que algo no encaja, pero no tienes claro qué es. O quizá ya vas por el quinto o sexto borrador y sigues sin saber qué es lo que está mal. Para encontrar los problemas de tu novela puede ser buena idea adoptar un enfoque sistemático.
Nada está escrito en piedra, todo se puede cambiar. Lo que suele ocurrir es que cuando encontramos algo que no termina de encajar del todo lo primero que hacemos es quitarle importancia porque nos dejamos gobernar por la ley del mínimo esfuerzo. ¿Quién se va a dar cuenta de esto?, piensas.
Créeme. Todo el mundo.
En literatura, estos problemas se suelen poner de manifiesto cuando se elabora un informe editorial. De hecho, los correctores profesionales me han sacado los colores en más de una ocasión.
Lo peor es que en el fondo uno siempre sabe que algo no funciona, aunque sea a nivel subliminal, pero es más fácil procrastinar, escurrir el bulto o autoconvencerse de que el problema está resuelto tras hacer cambios menores (en vez de volver atrás y reescribir tres cuartas partes de la novela, que a veces es lo que necesita). En muchas ocasiones utilizamos las excusas más peregrinas: esto era un efecto buscado, no quería dar una explicación muy larga de esto otro para no confundir al lector, etcétera, etcétera.
Todo eso son justificaciones a posteriori por no haber hecho bien el trabajo.
Decidir si hay un problema
De acuerdo con Syd Field, cuando tenemos la sensación de que algo no funciona (ya sea una escena o un capítulo), debemos pararnos y preguntarnos qué es lo que no funciona, pero nunca por qué.
«Qué» y «por qué» son preguntas distintas. La primera sirve para identificar la naturaleza del problema; la segunda no. Field dice que si nos preguntamos por qué algo no funciona acabaremos con dieciocho respuestas distintas y todas ellas serán correctas.
Esta frase me recordó mucho a algo que Neil Gaiman ha comentado en varias ocasiones, y es que, si alguien te dice que algo está mal en un manuscrito, casi siempre tiene razón; en cambio, cuando te dice cómo arreglarlo, casi siempre se equivoca.
Acotar la naturaleza del problema
Quizá la respuesta venga sola. En ese caso hemos tenido suerte y no necesitamos hacer nada más. Pero si no es así, hay que delimitar los problemas de tu novela. Según el autor, cualquier posible problema de un guion cinematográfico puede asociarse a uno de estos tres aspectos:
- El argumento
- Los personajes
- La estructura
Pero hay trampa. Como los tres están relacionados entre sí, el problema siempre afectará a todos ellos. Como autor te corresponde a ti decidir cuál de los tres aspectos sirve para definirlo mejor.
Localizar el problema en el texto
Una vez sabes cuáles son los problemas de tu novela, el siguiente paso es averiguar dónde están. Quizá has descubierto que a un capítulo o a una escena le ocurre algo, pero tal vez la causa no está ahí, sino en una escena anterior, y llevas arrastrándolo durante toda la obra.
Syd Field es un guionista americano, así que en este punto empieza a explicar los mimbres de la estructura de los guiones cinematográficos, lo que llama «el paradigma». Sobre esto, el viaje del héroe, el punto medio de una historia y el método Save the cat! ya hemos hablado largo y tendido en esta bitácora. Esta estructura tan rígida —aunque al mismo tiempo flexible— no tiene por qué aplicarse de igual forma al campo de la escritura, que es el que a nosotros nos interesa pero, si quieres saber más, no tienes más que consultar los artículos que enlazo más arriba.
Abordar los problemas de tu novela
La resolución de cualquier problema en una obra narrativa casi siempre implica una labor de reescritura, por lo general muy laboriosa. «Escribir es reescribir» afirma el dicho popular (aunque cuanto más planifiques tu novela, menos tendrás que reescribir al final, casi con toda seguridad).
La técnica que Syd Field propone a sus alumnos para resolver los problemas de sus novelas consiste en obligarles a leer todo el manuscrito de principio a fin y luego decidir qué es lo que no les convence y qué les gustaría cambiar. Después les pide escribir tres pequeños textos, de página o página y media, sin pensar demasiado.
Primer texto
El primer texto está orientado a recordarte qué te atrajo de esta historia al principio. Para ello hay que intentar recuperar esa chispa creativa que te emocionó lo suficiente como para sacrificar cientos o miles de horas y muchos meses de trabajo para plasmar la historia por escrito. Este texto no solo debe incluir el recuerdo original, sino cualquier otra idea que este te sugiera, sin necesidad de preocuparte por la estructura o la coherencia.
Segundo texto
El segundo texto va a ayudarte a averiguar qué clase de historia has terminado escribiendo, pues es muy común que acabemos con una distinta de la que nos habíamos planteado al principio. El «viaje» de la novela también cambia al autor porque, a medida que escribe, va descubriendo cosas sobre la historia que no se había planteado antes: nuevas perspectivas, escenas, temas y personajes.
Tercer texto
El tercer texto nos ayuda a resolver esta divergencia entre pensamiento y acción, teoría y acto; la pregunta a responder aquí sería: ¿qué tengo que cambiar para que lo que he hecho se parezca a lo que quería hacer?
Esto no quiere decir que haya que modificar todo el manuscrito para que retorne a su cauce. De hecho, es muy posible que la novela que hayas escrito sea diferente a la que habías pensando escribir en un principio y no pasa nada. Lo importante es descubrir en qué momento la digresión se transformó en un problema —o varios— y cuáles son los pasos que debes acometer para resolverlo.
Conclusiones
Creo que la clave del método de Syd Field es obligarnos a escribir estos tres breves textos en lugar de invertir días y días dándole vueltas. Cuando abordamos la resolución de los problemas sin lápiz y papel, tendemos a engañarnos a nosotros mismos. Cualquier idea aún no plasmada parece mucho mejor, más perfecta y seductora, de lo que en realidad es.
¿Y tú? ¿Cómo abordas el proceso de identificar y resolver los problemas de tu novela? ¿Sigues un método parecido o eres tan anárquico como yo? Cuéntamelo en los comentarios.
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Escritor de ficción especulativa, slipstream y novela negra. Bloguero inquieto (e inquietante) también se dedica a la traducción y realiza informes editoriales. Le gusta desmontar historias para ver cómo funcionan por dentro, aunque luego no sepa armarlas de nuevo. Autor de Lengua de pájaros, Duramadre y Fantasmas de verde jade (todas con Obscura Editorial).
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