Consejos de escritura de Alan Moore

Hoy os traigo unos cuantos consejos de escritura de Alan Moore. Se trata de un autor al que idolatro, y cuando un creador me gusta tanto siempre me intereso por su método de trabajo y su forma de abordar el arte. Aunque Moore ha desarrollado más su faceta de guionista de cómics, con obras como Watchmen, V de Vendetta, La Liga de los hombres extraordinarios y From Hell (mi favorito), también ha publicado dos novelas; Jerusalén, la más reciente, apareció en español de la mano de Editorial Minotauro a finales del 2019.

Alan Moore no es muy prolijo dando consejos de escritura. El ensayo Ángeles fósiles es genial (y también ha sido publicado hace pocos años, en este caso en Editorial La Felguera), y recuerdo una respuesta maravillosa a una entrevista en video de solo cinco minutos que merece mucho la pena.

Sin embargo, ambas intervenciones son relativamente conocidas y quería enseñaros algo distinto. Así pues, para componer este artículo he traducido algunos párrafos de cuatro escritos publicados entre 1985 y 1986, recopilados en el año 2003 por Avatar Press, acompañados por un postfacio bajo el título Alan Moore’s Writing for Comics.

En aquella época, los consejos de escritura de Moore eran mucho más prácticos que los que ofreció en el futuro, y por eso me ha parecido interesante rescatarlos. El libreto es más largo, y muy interesante si además eres aficionado a los cómics, pues también aborda el worldbuilding, la caracterización y otros aspectos, incluyendo el proceso de creación página a página de un número de Superman.

He preferido reducir mis intervenciones y dejar que hable el propio autor, pero a menudo ha sido necesario parafrasearle un poco para que este artículo no acabe teniendo otra vez cinco mil palabras o más. Muchos ya sabréis lo prolijo que es el mago de Northampton.

Por cierto, Moore habla en cursiva, como todo el mundo sabe; tanto en este artículo como en la vida real.

 

Puedes utilizar herramientas de otro medio, pero no intentes imitarlo porque fracasarás

Uno de los primeros consejos de escritura de Alan Moore hace referencia precisamente al medio en el que trabaja y cómo es importante aprovechar sus fortalezas. De esto ya hablamos también en este mismo blog hace tiempo; en concreto, del «escritor cinematográfico», ese autor que en realidad lo que querría hacer es cine y desaprovecha las múltiples ventajas del medio escrito.

Es mejor centrarse en las cosas que hacen única a la literatura, que es diferente a cualquier medio audiovisual, y potenciar la imaginación del lector y la ambigüedad.

Una novela puede ser muy compleja en lo literario; el lector es capaz de absorber un libro a su propio ritmo y volver a secuencias anteriores girando la página. De este modo, puede apreciarse al máximo y alcanzar un nivel de profundidad y resonancia que puede encontrarse en muchas buenas novelas pero en pocos cómics o películas. Mientras que en teoría puedo acabar El arcoíris de la gravedad de Thomas Pynchon en algo menos de ocho horas a mi velocidad de lectura habitual, preferí tomarme dos meses y leerlo de forma adecuada para asegurarme de que me perdía lo menos posible. En el cine, no habría sido capaz de tomar una decisión así.

 

Sobre la idea

Una imagen, una simple línea de diálogo; estas cosas pueden convertirse en el punto de origen de una historia.

Otro de los consejos literarios de Alan Moore incide en la importancia de que detrás de todas las historias subsista una «idea», si bien la naturaleza de la misma no es importante:

Puede ser tonta y frívola, quizá solo un gag, o puede ser compleja y profunda. Eso sí, debe resultar interesante a un nivel u otro (ya sea un entretenimiento ligero diseñado para mantener la atención del lector durante cinco minutos o un trabajo más largo y meditado que permanezca en la memoria tiempo después de concluir la lectura del cómic).

En cuanto a la concepción de la misma, Moore apunta que:

Uno no siempre necesita empezar con una idea. Es posible encontrar inspiración para una historia en un elemento técnico puramente abstracto o en una sucesión de viñetas o en cualquier otra cosa. En algún punto del proceso, sin embargo, debe emerger una idea coherente más allá de la simple composición estilística.

La importancia de la audiencia

Alan Moore lo tiene claro: si vas a invertir un montón de esfuerzo en comunicar algo, más te vale emplear también algo de tiempo pensando en la gente a la que está dirigido. Pero, dado que la audiencia es un ente múltiple, hipotéticamente compuesto por cientos, miles o millones de personas, es imposible predecir qué gustará o no a un individuo en concreto.

Moore pasa a definir la posición de las editoriales de la siguiente forma:

La respuesta a esto, al menos como parece evidenciar el comportamiento de la mayoría de las editoriales de cómics, es intentar no ofender a nadie. Un editor me dijo que era preferible evitar alienar a un solo lector, y la solución pasaba por “suavizar” el diálogo de la escena en cuestión (…). Llevando esto a su extremo lógico, lo que sugería es que el artista dirija su historia a un señorito emocionalmente superado por las circunstancias, que se desmaya en cuanto alguien alza la voz y estalla en lágrimas cuando se imagina algo más que un besito de buenas noches en la frente. La lógica, supongo, es que «como no hemos ofendido al miembro más sensible de la audiencia, supongo que no hemos ofendido a nadie».

Esto no solo refuerza la idea de que los cómics son inherentemente ofensivos y solo se toleran mientras se les pueda atar corto, también erra al no considerar la cantidad real de lectores potenciales a los que no les importa invertir su tiempo en el equivalente literario a los potitos de bebé.

Se puede ser ofensivamente inofensivo, y aunque no estoy sugiriendo que todos los cómics se dirijan a posadolescentes cabreados y cínicos, hay que ser conscientes de que la audiencia es lo bastante amplia y variada como para que no tenga sentido aplicar un criterio restrictivo basado en una imagen hipotética y no demostrable de un lector promedio imaginario.

La conclusión es que hay que permitir que sea la propia obra la que encuentre su audiencia. «Si el trabajo tiene la suficiente integridad, es algo que sin duda ocurrirá con el tiempo». Luego matiza que en muchos casos la obra no es expuesta lo suficiente en su momento, o tiene que esperar demasiado tiempo a encontrar su audiencia y cae en el olvido, pero cree que esa perspectiva siempre será mucho mejor que abrazar la mediocridad.

En vez de pensar qué cosas pueden afectar al lector negativamente, es mejor centrarse en qué puede afectarle de forma positiva, partiendo de la base de que el común denominador de todos tus lectores es que son seres humanos. Este es otro de los consejos de escritura de Alan Moore:

Si estás leyendo esto hay una posibilidad muy alta de que seas un ser humano. También hay una posibilidad bastante alta de que independientemente de lo especial que seas o te creas, compartas ciertos mecanismos humanos con los conservadores del Parlamento, los mineros de Yorkshire, las lesbianas radicales y los policías. Si puedes identificar y utilizar estos mecanismos para tu propio beneficio dispondrás de una base mucho mejor para producir un arte que merezca la pena, que si inviertes el tiempo creando un consumidor promedio imaginario e intentando desesperadamente amoldar tu trabajo para que agrade sus gustos y criterios —en esencia— hipotéticos.

 

Consejos de escritura de Alan Moore sobre la estructura

Alan Moore también detalla diferentes estructuras narrativas que ha utilizado en sus cómics, y ofrece algunos otros ejemplos de autores con los que ha colaborado o admira (la numeración es mía):

1) Una que he utilizado mucho, quizá demasiado, es la estructura elíptica básica, donde los elementos del principio de la historia son un reflejo de los acontecimientos del final, o donde una imagen o una frase concreta se utiliza tanto al principio como al final para darle un cierto sentido de unidad a la historia.

No sé si lo recordáis, pero esta misma estructura elíptica (aunque llamada «circular») aparece consignada después en el método Save the Cat! de Blake Snyder y muy bien ejemplificada en el cómic Kick-Ass de Mark Millar, donde la primera página y la última actúan como una suerte de espejo que pone de manifiesto cómo los acontecimientos de la historia han alterado el mundo en el que habita el protagonista. También utilicé esta estructura en el relato “Olvidarás mi nombre”, que apareció publicado en la antología Máscaras de Saco de Huesos Ediciones.

2) Otra forma de estructurar una historia consiste en empezar a la mitad [lo que se conoce como in media res] y explicar lo que sucedió antes al mismo tiempo que avanzas hacia el futuro. Un ejemplo sería A time of running en Swamp Thing, nº 26.

3) Una estructura más compleja es la que tomé prestada de Gabriel García Márquez para la segunda parte de The Nukeface Papers en Swamp Thing, nº 36. Aquí tenemos una historia completa narrada desde el punto de vista de cada personaje, dependiendo de cuánto de la historia principal ha presenciado cada uno. Ningún personaje conoce la historia completa, pero con cada nueva versión aprendemos algo nuevo de lo que ocurrió hasta que por fin descubrimos que el puzle se ha completado y tenemos toda la información de una forma inusual y, con suerte, interesante.

4) Una estructura más simple sería Swamp Thing, nº 34, donde la pieza central del cómic era un poema erótico-abstracto de ocho páginas y el resto de la historia servía como marco de esa única pieza.

5) Eddie Campbell tiende a dar a sus historias una estructura informal basada en la anécdota, que precisamente simula la forma en que las historias son contadas de una persona a otra, con fragmentos que vuelven hacia atrás (…). Sus historias tienen una estructura precisa y controlada, pero de algún modo resultan más naturales y orgánicas que muchas de las que creo yo de forma consciente.

6) Phil Elliot describe sus historias como el acto de definir el punto A y B como inicio y final, y una especie de narrativa no-linear y exploratoria entre ambos puntos.

Alan Moore también sugiere la posibilidad de elegir primero la estructura y luego decidir cuál es la historia que mejor encaja con ella, y pone como ejemplo el capítulo Video de V de Vendetta, donde toda la narración está contada a través de un formato televisivo.

 

Cómo lidiar con las transiciones entre escenas

De todos los consejos de escritura de Alan Moore, este es quizá el que me parece más interesante. Moore considera las transiciones uno de los elementos más complicados y fascinantes de la escritura. Si no se hace bien, la experiencia puede acabar perjudicada, pues saca al lector de la historia y lo devuelve al mundo real. Puesto que las transiciones requieren una breve pausa entre el fin de una escena y el comienzo de la siguiente, es uno de los puntos más probables en los que un escritor pierde la atención del lector.

Una historia exitosa de cualquier tipo debe funcionar casi como la hipnosis: fascinas al lector con tu primera frase, lo introduces en la historia con la segunda y lo mantienes en un suave trance a partir de la tercera. Entonces, con cuidado de no despertarle, lo conduces a través de los callejones de tu narrativa y, cuando se haya perdido por completo en la historia y se encuentre subyugado, arremetes violentamente contra él con un bate de softball y lo conduces llorando a la salida en la última página. Créeme, te lo agradecerá.

 

El arte de combinar palabras

¿Qué es lo que hace interesante una frase? ¿Por qué otra se considera aburrida? No tiene nada que ver con el tema del texto, pues un buen escritor es capaz de conseguir generar interés con frases que tratan del objeto más banal del mundo.

Alan Moore cree que la clave se encuentra en el elemento sorpresa, en el uso sorpresivo de una palabra o en la yuxtaposición de dos elementos para producir el mismo efecto.

Por utilizar algo que personalmente me gustó, pero que la mayoría de la gente considera un ejemplo de mi forma de escribir recargada en su peor expresión, hay una frase en uno de los primeros números de Swamp Thing sobre nubes como bolas de algodón ensangrentadas untadas inútilmente sobre las venas cortadas del cielo. Se trataba de la descripción de un atardecer, y la intención era describir algo de belleza innegable en términos deprimentes, feos y sórdidos. La yuxtaposición de ambas sensaciones me pareció estimulante y entretenida, pero para un montón de gente crucé la línea de la autoparodia. Fue una mala decisión por mi parte, pero probablemente también algo que repetiré una y otra vez a lo largo de mi carrera.

Crear una única historia requiere tomar miles de pequeñas decisiones creativas basadas en cualesquiera teorías con las que comulgues y en la aplicación de grandes dosis de intuición. A pesar de que desearía lo contrario, nadie lo hace bien a la primera y, si has cometido un error, lo único que puedes hacer es analizarlo, comprobar si estás de acuerdo con tus críticos, y actuar en consecuencia.

 

En conclusión

Después de todos estos consejos de escritura de Alan Moore, no puedo evitar dejar que sea él mismo quien se despida con una última reflexión con la que todos los aspirantes a escritor nos sentiremos identificados:

Básicamente, eso es todo. Concluida tu historia, vuelve atrás, decide si algo ha de ser modificado y efectúa los ajustes necesarios para darle lustre. Tu cómic ya es tan bueno como puede serlo y ahora toca esperar varios meses antes de comprobar si los lectores piensan lo mismo, una espera irritante en la que te morderás las uñas. Sufrirás constantes cambios de humor en los que unas veces pensarás que está entre lo mejor que has hecho nunca y otras concluirás que es un caos vergonzoso que dará al traste con tu carrera si alguien se molesta en leerlo.

Se trata de una neurosis molesta, pero he comprobado que, en lo que a mí respecta, si me he involucrado lo bastante en la historia como para dar lo mejor de mí mismo, no puedo evitar preocuparme obsesivamente hasta que por fin la veo en un expositor de Forbidden Planet y asumo que ahora se encuentra en el regazo de los dioses y que toda ansiedad futura resulta inútil.

Años después, Moore publicará un postfacio en el que su principal consejo será que olvides todos los consejos que dio en el pasado. Concluye este último con un:

Te advierto que en 2020 probablemente escribiré otro postfacio para este ensayo que dirá exactamente lo mismo en contra de los [nuevos] consejos que te he dado aquí.

Espero que cumpla su promesa.

Créditos de las ilustraciones, Jacen Burrows (2003).

Un comentario

  1. Enhorabuena por el artículo.
    Sobre la estructura, la que más me atrae es la elíptica. Unir el final con el comienzo. La de García Márquez es atractiva. Un día de estos… lo intento.
    En cuanto a la audiencia, está muy bien saber los gustos de la población y que el helado sea de fresa, pero el tipo que teclea cuando entro en trance pasa de los helados.
    Lo de las editoriales y no ser ofensivo, me parece un error por su parte, digo por parte de las editoriales.
    Pd: Las bolas de algodón ensangrentadas es cuestión de gustos. Si lo escribe un autor bestseller es exitoso.
    Saludos!

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