Febrero se acerca como si tuviera prisa. Quizá por bisiesto (lo del día extra debe de dar energías), quizá porque en Febrero culminan varios de los proyectos literarios que llevan rondando mi pila de pendientes durante bastante tiempo. O tal vez porque en Febrero empiezo a impartir un taller online sobre narrativa de terror en Ateneo Literario.
Se espera, como es natural, que haga un poco de promoción de todo el asunto, y que os convenza de que es el mejor curso de literatura de terror online para escritores en castellano.
No puedo hacerlo. Hasta donde yo sé, es el único.
Me resulta raro, porque toda mi vida he estado huyendo del mundo de la enseñanza, y «profesor» quizá esté en los últimos puestos de profesiones que despiertan mi interés. No hace mucho tiempo Gabriella Campbell publicaba un artículo en el que observaba, con la inteligencia que la caracteriza, que un buen blog de escritor siempre debe especializarse en algo. Entre otros ejemplos, tuvo la amabilidad de mencionar el mío.
Estaba bajo el epígrafe de blogs de «escritores para escritores».
Cuando creé esta web en realidad nunca pensé que iba a estar enfocada a otros escritores. Al fin y al cabo, la idea era encontrar lectores ¡no ayudar a la competencia! (lo de la competencia es una tontería, pero eso ya lo sabes). Empecé publicando poesías, relatos de menos de mil palabras, anécdotas sobre escritores que me gustaban y también algunas reseñas. Recuerdo que escribí un post sobre los placeres de leer en voz alta, cuando nos íbamos al bosque en los escasos días de sol, bebíamos sidra y leíamos relatos de Angela Carter, Neil Gaiman o Algernon Blackwood, tumbados sobre una manta. Escribí otro artículo sobre la tiranía de las listas de lectura de Goodreads, y uno sobre los idiotas que pronostican todos los años la muerte de la novela.
Y sí, también escribí algún que otro post sobre técnicas literarias. No con intención de aleccionar a nadie, sino impulsado por ese interés genuino que tengo por conocer los engranajes de una historia y compartir ese conocimiento con otros compañeros. A base de prueba y error, fui comprobando que, con frecuencia, esas entradas eran mucho más visitadas que el resto. Y simplemente, me puse a escribir otras entradas parecidas.
Ahora me he dado cuenta de que nueve de cada diez entradas de este blog tratan sobre técnicas literarias.
«Bien», pensé, «al final va a resultar que es cierto que estoy escribiendo para otros escritores».
¿A qué viene todo esto?
Pues a que hace unos tres meses recibí un correo electrónico de Ana Bólox, una compañera bloguera a la que muchos conoceréis por tener una web especializada en literatura policíaca. Me preguntaba si estaría dispuesto a colaborar con Ateneo Literario realizando un taller sobre cómo escribir ciencia-ficción (resulta que algunos me consideran un escritor de ciencia-ficción. Yo no lo tengo nada claro).
Le di las gracias, pero le dije que no. Desconozco los entresijos del género, y carezco del bagaje lector necesario para entender su funcionamiento. A veces escribo ficción especulativa, en parte porque vengo de un trasfondo multidisciplinar en el que se entremezclan la historia, la biología y la informática de sistemas. Eso, quieras que no, te deja un poco tarado. De vez en cuando, a uno se le ocurren cosas como imprimir LSD en una impresora 3D en mitad de una base marciana. Pero la pura verdad es que no sé diferenciar a mi Heinlein de mi Lev, ni a mi Asimov de mi querido Bradbury (¿querías dubbese? toma dos tazas). En justicia no puedo enseñar ciencia ficción en un taller.
Bien, ¿y qué tal un curso sobre literatura de terror?
Durante un par de días estuve pensando si tenía algo interesante que decir al respecto. Y resultó que sí. Enseguida empecé a pensar en la estructura que tendría el taller, en cómo quería que los capítulos siguiesen un orden cronológico y fuesen guiando al alumno a través de la historia y del proceso de escritura, desde la idea primitiva hasta el envío a la editorial. La sensación fue la misma que cuando perfilo una nueva historia y no puedo esperar un segundo para ponerme a escribir. Eso era buena señal.
También tuve que pensar si merecía la pena el esfuerzo porque, para ser totalmente sincero con vosotros, yo lo que quiero es escribir. Todo lo demás: el blog, los talleres, las discusiones maravillosas sobre literatura en Facebook… en el fondo son algo divertido pero accesorio. Amo este blog y todas las cosas que me permite hacer (como charlar con vosotros), pero mantenerlo me lleva del orden de 5 o 6 horas a la semana, y tengo que compaginarlo con un trabajo civil, que es el que me permite pagar las facturas, y un trabajo nocturno (el de escritor) que es el que me hace feliz.
Lo medité bastante. Hacía poco había tirado a la basura un proyecto de cincuenta mil palabras que me había llevado varios meses de trabajo, y había retomado un antiguo borrador que había arrojado a la basura inmediatamente antes, creyendo que todavía era aprovechable (no lo era, pero eso es otra historia). Además, acababa de empezar en mi nuevo curro, con todo lo que eso conlleva.
Debería haber dicho que no, por supuesto. Y sin embargo…
Sin embargo aquí estamos, más de cuarenta mil palabras después y después de consultar cientos de referencias bibliográficas. Estoy orgulloso. En primer lugar, porque he cumplido con mis objetivos: he terminado el taller. También estoy a punto de terminar el primer borrador de una novela.
Pero sobre todo, estoy orgulloso de la criatura que ha nacido de todo ese esfuerzo. Tres de mis cuatro lectores cero del curso han insistido en que les han entrado unas ganas locas de ponerse a escribir. Sé que todo esto suena un poco a lo de «nueve de cada diez técnicos de lavadoras recomiendan» tal o cual producto, pero mira, la verdad es que me ha hecho mucha ilusión escuchar algo así.
Esta misma semana, Jaume Vicent comentaba en Post Scríptum que el propósito de la literatura de terror había cambiado, que el terror ya no da miedo, y yo estoy de acuerdo. Eso es lo que he intentado reflejar en el taller.
Para mí el terror es algo muy amplio con un nombre muy desafortunado. Es mito y cuento de hadas, leyenda y también fantasía. Parece que el terror es un absurdo compendio de clichés, y luego está Stephen King, y quizá Clive Barker, y antes de ellos Poe y Lovecraft. Parece que el terror son chicas ligeras de ropa corriendo delante del psicópata de turno, o la casquería repugnante e innecesaria de películas como Hostel.
No estoy de acuerdo.
Neil Gaiman es pura literatura de terror. Gaiman explora el mundo del subconsciente y los arquetipos. Sandman es terror porque está hecho del mismo material maravilloso del que se fabrican los mitos. Roald Dahl es terror, y también Chuck Palahniuk. En El club de la lucha, Palahniuk explora la naturaleza del doppelgänger, el doble, el gemelo malvado, el reflejo deformado del espejo. Robert Harris trata el concepto del vampirismo a través de Hannibal Lecter de un modo mucho más convincente que muchos escritores que publican novelas de vampiros con un trasfondo más clásico.
Terror es todo esto y mucho más. Es contracultura, rebeldía e innovación literaria. Es Angela Carter, Caitlin R. Kiernan, Alan Moore, Bret Easton Ellis y China Miéville.
Muchos no se acercan al terror porque no les gusta pasar miedo. Es comprensible y bastante lógico. Sin embargo, hace mucho que el género ha transgredido estas fronteras, si es que alguna vez estuvo realmente limitado por ellas.
Si queréis haceros una idea más amplia de lo que abarca la literatura de terror, podéis seguir la serie de entradas que estoy publicando en el blog de Ateneo Literario. De momento, sobre subgéneros híbridos y subgéneros explícitos.
En fin, divago demasiado, así que voy a despedirme sin tener muy claro si he promocionado el curso o no.
Muy brevemente: Seis temas, dos meses. Haremos un repaso por la historia del género, desde su origen en las narraciones orales y el folclore, hasta el presente, por supuesto incluyendo nuestro país en la ecuación. Hablaremos de cómo sacar el máximo partido a una idea, de las estructuras narrativas, de la creación de personajes, de los arquetipos del género y sus tópicos, de técnicas para incrementar la tensión, del arte de la revisión y de cómo difundir el resultado final (concursos, revistas, editoriales, etc.). Durante el taller, trabajaremos juntos una pequeña pieza de ficción, un relato de no más de tres mil palabras, con el fin de dejarlo listo para su publicación.
En definitiva, creo que el curso es disfrutable por (buenos) lectores que quieran echar un vistazo a lo que hay entre bambalinas, y para escritores noveles, de terror o no, que simplemente quieran aprender y pasar un buen rato discutiendo sobre literatura con otros compañeros del gremio.
Si alguien se anima, os espero aquí.
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Un par de cosas más: Esta semana colaboro con un artículo en Excentrya, donde utilizo la reciente publicación de la antología de Dark Water por Satori Ediciones para comentar algunas cosas que me parecen muy interesantes sobre las diferencias entre la estructura narrativa occidental y la japonesa, y por qué los fantasmas nipones suelen estar vinculados al agua. Podéis leerlo aquí, o haciendo click en la imagen de abajo.
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Por último, no me quiero ir sin agradecerle a David Olier, de El Rincón de Cabal, que haya incluido mi blog en su lista de Diez blogs indispensables sobre escritura, entre un montón de gentuza maravillosa. ¡Muchas gracias, compañero!
Escritor de ficción especulativa, slipstream y novela negra. Bloguero inquieto (e inquietante) también se dedica a la traducción y realiza informes editoriales. Le gusta desmontar historias para ver cómo funcionan por dentro, aunque luego no sepa armarlas de nuevo. Autor de Lengua de pájaros, Duramadre y Fantasmas de verde jade (todas con Obscura Editorial).
Gracias por decir que sí 🙂
Tú has compuesto un taller único y Ateneo cuenta con un tipo único como profe de terror 🙂
Un abrazo.
Gracias a ti, por darme esta oportunidad 😉
¡Un abrazo!
Victor, ¿qué tal?
Explorando un poco tu blog, me ha parecido interesante. ¿Dónde puedo acercarme un poco a tus cuentos o a tus escritos? Me ha interesado Olvidarás mi nombre. Tengo gran curiosidad por saber de qué trata.
Si tienes escritos en PDF. Me servirán mucho para realizar con mis estudiantes talleres de lectura y escritura.
Muchas gracias. Desde Colombia.
¡Hola Sandra! Muchas gracias por interesarte por mi trabajo.
“Olvidarás mi nombre” solo está disponible en formato físico a través de la web de la editorial Saco de Huesos o de la tienda Cyberdark. Los envíos a España son gratuitos desde la editorial, pero supongo que a Colombia resultará algo caro. Sin embargo, puedes acceder a varios de mis relatos online de forma gratuita, a través de los links de mis publicaciones (http://victorselles.com/publicaciones/): Son dos relatos que publiqué en la revista Ultratumba, el relato “la playa” en Malestrom, y el relato “Día libre” en el número especial de la revista Calibre .38. Otros están incluidos en antologías digitales a un precio bastante bajo.